EL PSOE ha abierto la batalla interna entre el líder de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, y la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, para designar al candidato en Madrid que intente recuperar el poder tras 16 años de hegemonía del PP con Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón. Una jugada arriesgada bajo el paraguas del sistema de primarias que Zapatero no ha tenido más remedio que asumir tras la negativa de Gómez a aceptar sus presiones para que renunciara en favor de Jiménez y de las cada vez más voces que comenzaban a cuestionar la falta de calidad democrática de esa actitud de Zapatero. Precisamente, Tomás Gómez -ex alcalde de Parla, el más votado del Estado con el 75,53% de apoyo-, fue el hombre que eligió Zapatero para poner fin a las históricas pugnas internas entre las diferentes corrientes del socialismo madrileño. Sin embargo, ahora Zapatero ha optado por impulsar un recambio en favor de Trinidad Jiménez, una ministra cuya gestión al frente de Sanidad ha sido bien valorada por los sectores profesionales y sindicales afectados. Las primarias son un instrumento democrático que debiera facilitar la participación ciudadana y la transparencia en la elección de los candidatos, pero anteriores experiencias -la victoria en contra del aparato socialista de Borrell sobre Almunia acabó con su defenestración de la primera línea política-, así como la exigencia de Gómez y los sectores que le apoyan de que se garantice el juego limpio mantienen las sombras sobre este proceso. Sin olvidar que el propio Zapatero se somete a un refrendo interno en el PSOE al haber apostado tan claramente en favor de uno de los candidatos, pese a la negativa experiencia de hace cuatro años, cuando forzó la candidatura de Miguel Sebastián a la Alcaldía de Madrid y tras su estrepitosa derrota optó por refugiarse, con el amparo del presidente, en el Ministerio de Industria. No obstante, Gómez y Jiménez tienen suficientes argumentos de partida para librar una batalla política e ideológica limpia y aprovechar las primarias para resituar en un escenario de posibilidades electorales al PSOE en Madrid, una asignatura pendiente de cara a las elecciones 2011 y, sobre todo, a las generales de 2012. De momento, pocas concesiones a la limpieza, con la filtración interesada de encuestas. La lucha contra el aparato se antoja dura.