Se está haciendo un gran esfuerzo en la promoción del euskera. Hoy lo pueden hablar casi todos los niños, pero luego no lo hablan. Dos de mis nietos lo aprendieron en Olabide y entre ellos lo hablaban en casa. Un día los sorprendí hablando en castellano. Les animé para que volvieran al euskera. El pequeño protestó: "Sí -me dijo-, como si estuvieramos en la ikastola". Este es el problema, que los niños estudian el euskera como una asignatura más.
El euskera tiene una delicadeza excesiva. Si en un grupo hay uno solo que no lo sabe, se deja de hablar. Esto se veía muy bien cuando venía a Vitoria en el tren Vasco-Navarro. Cuando llegaba a Landa y subía un viajero, ya se dejaba de hablar euskera en el vagón.
Habría que buscar un sistema para que la gente se decida a hablar. Por ejemplo, llevar un distintivo que indique que el portador responderá en euskera al que le hable en euskera. Podría ser desde una insignia en el ojal hasta una marca en la manga de un niño. La insignia podría ser una chiribita, que es una flor muy simpática. Ofrezco la idea a la Diputación alavesa. Quizá sea una tontería, pero algo hay que hacer para evitar que la promoción no tenga resultados positivos.