En el debate del estado de la ciudad se puso de manifiesto algo que nos debería preocupar. Nuestro Ayuntamiento tiene verdaderos problemas de financiación. El gesto hecho por los concejales del Consistorio vitoriano de rebajarse el sueldo, para las arcas municipales es sólo eso, un gesto. Nos encontramos que nuestro ahorro es negativo. La deuda asciende a más de cien millones de euros y en una clara curva ascendente. Añadir, además, que hemos adquirido unos créditos por valor de doscientos millones de euros para grandes proyectos. Lo cual significa hipotecar durante un periodo largo de tiempo a todos los ciudadanos. Un endeudamiento en proyectos que la ciudadanía no considera prioritarios, como es el Auditorio, y que además no resuelve el problema más inmediato, que no es otro que el desempleo.

Todos sabemos que mientras no se ponga en marcha la ley de financiación de los ayuntamientos la única salida que les queda a los ayuntamientos, para obtener recursos, es la venta de suelo, de parcelas. Por tanto es necesario que todas las fuerzas políticas intensifiquen su actividad para resolver este déficit que perjudica seriamente a todos en general. Este Ayuntamiento de Vitoria, debido al parón en la actividad, tanto industrial como de venta de viviendas, no ha podido realizar ninguna venta de suelo. En muchos meses sólo ha podido enajenar una parcela en Jundiz que le ha reportado diez millones de euros, cifra casi insignificante para paliar nuestra gran deuda. El Gobierno de la ciudad debería tomar buena nota e intensificar más sus esfuerzos hacia una mayor austeridad en la gestión y que no seamos los ciudadanos los que paguemos las consecuencias. En primer lugar, de una gestión deficiente, y en segundo lugar, los ciudadanos no deberíamos ser los paganos por la escasa capacidad del trabajo que realizan los políticos para desarrollar la nueva ley de financiación de los ayuntamientos.