LO bueno de Silvio Berlusconi es que le ves venir a leguas de distancia, con un cortejo de sopranos entonando arias de Verdi y gondoleros vociferando O sole mio. En El Padrino II hay un personaje que aparece durante la juventud de Don Vito, se llama Fanucci y controla con mano de hierro y traje blanco el barrio. Es un tipo violento y peligroso, un dictadorzuelo que acaba cosido a tiros en la entrada de su casa a manos de un imberbe que, es cierto, acaba siendo capo di tutti capi. En fin, un pringao, de nivel, pero pringao. Pues el amigo Silvio es un poco igual. Lo mismo le da animar a las víctimas de la catástrofe del terremoto de L"Aquila dándoles la enhorabuena por poder disfrutar de unos días de camping, que montarse un ejército de velinas para sus jornadas de solaz sexual, que cambiar un par de leyes para evitar que le puedan juzgar o que cuestionar una candidatura rival porque la aspirante es "fea". Él es así y no lo oculta. Más claro, agua. Su última perla es que gobernar con la Constitución "es un infierno". Al parecer -lo desconozco-, la Carta Magna italiana "es muy antigua y peca de catocomunista (católica y comunista)". Yo pensaba que en Italia nada podía pecar de católico, por exceso digo. Si hasta a Zapatero le recibió ayer "como a un santo (sic)". Pero parece que sí. Digo yo que la Constitución italiana sería "un infierno" también cuando este hombre entró en política, y hace ya tiempo. Pero Silvio es el profeta y la montaña va a él; Berlusconi no se adapta a las circunstancias, las circunstancias se adaptan a Berlusconi. Y la circunstancia se llama Constitución.