Los achaques del Estado de Bienestar amenazan su existencia seriamente, se le ve agotado y sin ganas. Ha durado hasta hoy 65 años. Menos que la esperanza de vida de un pobre en cualquier país desarrollado. La historia juzgará su brevedad. No hay dinero para afrontar la crisis que provocaron los bancos, y debe sustraerse de pensiones, funcionarios y gasto público. La sanidad y la educación no son rentables. El Gobierno pretende ahorrar así 15.000 millones de euros entre este año y el próximo. Loable propósito, la derecha se frota las manos.
Mientras tanto, quizá alguien debería explicar que somos uno de los principales países productores y exportadores de armas del mundo. Para saber el gasto verdadero del real Estado en este capítulo, uno debe volverse majareta y bucear entre las cloacas de varios ministerios donde están camufladas dichas cifras. Para simplificar, podemos decir que entre el gasto militar del año pasado y éste, más la deuda generada por los grandes programas de armamento, tendríamos para cubrir aquellos 15.000 y aún sobrarían 41.131 millones. Disculpen que les aburra, pero es lo que hay. Parece mentira que la ciudadanía acepte como válidos estos gastos, y que la distancia entre gobernantes y gobernados haya llegado a ser tan sideral, con 6 millones de jubilados con las pensiones congeladas, casi 5 millones de personas en el paro, 8 millones en el umbral de la pobreza, de los que 1,5 son en pobreza extrema, mientras los altos directivos se jubilan a los 50 con sueldos millonarios. Ni el FMI, ni el BCE, ni el BM se han autoaplicado las medidas que pregonan para los de abajo. La vida y el planeta son un buen negocio, para qué cambiarlo.
El Estado no puede garantizarle servicios sociales, sanidad pública eficaz, empleo fijo o educación universal, pero no se preocupe, está usted de enhorabuena. Es usted copropietario de un buen paquete de carros de combate Leopard por 2.390 millones (siempre en euros), otro de vehículos de combate Pizarro por 530 millones, vehículos blindados de pelotón, 25 millones, lote de obús remolcado 155/52, 180 millones, 5 fragatas F-100 y F-105 por sólo 2.482 millones, 4 submarinos S-80 por 2.135 millones, 4 buques de acción marítima (BAM) por 390 millones, un buque de proyección estratégica (LHD) 375 millones, otro buque de aprovisionamiento de combate (BAC) 229 millones, 87 aviones de combate Eurofighter (EF-2000) por sólo 10.852 millones, que combaten de maravilla. 27 aviones de transporte militar (A-400M) 4.442 millones, 24 helicópteros de combate Tigre 1.517 millones, 45 helicópteros multipropósito (NH-90) 1.260 millones, 700 misiles aire-aire Iris-T 280 millones, 43 misiles aire-superficie Taurus 60 millones, 2.600 misiles anticarro Spike LR por 365 millones, y 3 bombarderos CL-415 por 41 millones, que bombardean de miedo. 4 aviones Cougar 532, por 76 millones, más 3 nodos desplegables de telecomunicaciones por la ganga de 60 millones, adquiridos en el mercadillo del Pentágono. Un kit de satélites para telecomunicaciones Spainsat/Xtar-Eur por 567 millones y otro de satélites de observación Helios por 194 millones, más otros tipo Pleiades por 42 millones, aparte del Programa Nacional de Observación de Tierra (PNOT) por 127 millones. (Fuente: José Toribio Barba, a partir del informe de la Secretaría de Estado de la Defensa). Todo ello para misiones de labor humanitaria, por supuesto.
El truco consiste en repartir el gasto militar entre varios ministerios, como los de Industria, Cultura, Economía, Defensa e Interior, y considerando que muchos de ellos están valorados por el Ministerio de Industria I+D+i, es decir, como un gran esfuerzo en investigación y desarrollo. En resumen, 73 millones en gasto militar diarios. Damos cada día más de un euro para gasto militar por persona. Alguien debería explicar la rentabilidad de este gasto, porque es una enorme losa que llevamos encima sin saberlo y no nos deja ver el sol. Mercado versus democracia.
El Estado bipartidista parece haber decidido inmolar los derechos sociales al dios de la rentabilidad privada, y se muestra hoy como un ente fallido incapaz de distribuir la riqueza social, habiendo tomado partido por uno de los lados. Paradojas invisibles de una sociedad loca. Los que amenazan al capitalismo son los propios brokers del casino de Wall Street, tiburones del máximo beneficio en el menor plazo posible, jugando a la ruleta con bienes ajenos. Que compran y venden sin descanso hasta un estrés de infarto, papelitos sin ningún valor o mercancías con escaso o nulo valor de uso, mierda envasada con buena presentación publicitaria. O una buena recomendación. Quizá usted ya las conozca, se llaman calificadoras de riesgo. Ellas dictaminan el grado de viabilidad de una empresa, de un país, de una gran inversión. Hay tres principales, las tres casualmente norteamericanas. Si ponen una cruz al lado de su nombre dese por muerto, está acabado.
La última semana de abril, Standar&Poor"s rebajó en tres grados de un solo zarpazo la calificación de deuda de Grecia y, por efecto dominó, las de Portugal y España, y bastó esta declaración para hundir las bolsas y dejar al euro temblando. Las calificadoras de riesgo obraron con excesiva indulgencia al valorar las hipotecas basura de los EEUU y ahora con excesiva severidad respecto a los países mediterráneos europeos. ¿Y quién califica a las calificadoras?