En estos días que oímos tantas noticias acerca de una crisis económica al parecer sin parangón, ¿dónde están las instituciones europeas? ¿alguno de los 60 eurodiputados españoles ha dicho algo al respecto? Nos han dejado solos, a merced de la presión de los mercados, y ya no tenemos el recurso de nuestro propio banco o nuestra propia moneda.
En 1985, tras un doloroso proceso de ajuste económico, España se incorporaba a la Unión Europea y 1991 fue el año del Tratado de Maastricht, que auguraba una unión europea de ciudadanos, un acuerdo ambicioso que impulsaba una verdadera unión política, económica y social entre los estados miembros. Tratado que no ratificó ningún parlamento y que hubo que rebajar y descafeinar con el tiempo.
Por tanto, no podemos quejarnos. Esta cesta europea se tejió con aquellas mimbres. Así vemos estos días cómo han sido Francia y Alemania, países que se han disputado siempre la hegemonía continental, los que han liderado la actuación y la pauta a seguir respecto a Grecia u otros países periféricos como Irlanda, Portugal o España. Para este viaje no hacían falta tantas alforjas.