Desde que el mundo es mundo ha existido la figura del pelota. En el colegio siempre veíamos a los compañeros que más se acercaban al maestro para tratar de sacarle favores a cambio de adulaciones o alabanzas. A medida que hemos crecido también ha crecido con nosotros esa rara especie de hombres y mujeres que siempre se han arrastrado para conseguir, mediante el camino fácil, los objetivos que a otros cuesta tanto lograr por derecho. La figura del pelota existe en todos los ámbitos y trabajos de la vida. El verdadero pelota lo es por vocación, no lo hace para conseguir nada, sino que se lo pide el cuerpo y es feliz siéndolo. No le importa que los compañeros se den cuenta y le critiquen, pues disfruta haciéndole favores al jefe sin esperar nada a cambio.
En el mundo de la política es donde más pelotas hay, pues el peloteo es la forma más rápida de llegar arriba sin mucho esfuerzo, sólo hay que arrastrarse. A veces vemos ascender como la espuma a personas que no las conocía nadie, y de momento llegan a las cabeceras de las listas, saltándose a la torera a personas que han estado años sirviendo al partido y ascendiendo peldaño a peldaño. Esto tiene una explicación muy fácil. Probablemente sea pariente de algún jerifalte del partido, y ante eso no hay mas que dar la cabezada todo el mundo, o bien sea un pelota, que a base de favores y adulaciones consigue en menos tiempo lo que otros llevan años y años sin lograrlo.