El escenario lúdico es el más favorable para la formación y el crecimiento de los hijos. El esparcimiento es el enlace para que los chiquillos comiencen un camino que les deje llegar a las cosas posibles, siendo auténticos descubridores de los misterios invisibles que los adiestrarán para incorporarse al mundo de los mayores.

El chaval mezcla todo en el juego: cuerpo, conocimiento y entusiasmo. El niño tiene derecho a corretear y así hay que contemplarlo. Impedirle jugar es despojarle de su niñez y representa la destrucción de su primera etapa para su existencia como adulto.

La tendencia creciente de la gordura infantil se relaciona con los cambios de los estilos de vida. Los recreos populares han pasado a un lugar secundario por el desafío de las videoconsolas e Internet.

La influencia provechosa del juego en el chiquillo crea autoestima, urbanidad y una profusa relación de efectos saludables para el cerebro infantil.