EN algún cajón de alguna mesa de alguna sede de algún partido político se esconde el manual del buen corrupto, aquél que llega a la vida pública sin que nadie se dé cuenta y sale de ella esposado o millonario o ambas cosas. Reza así: no busques notoriedad los primeros años como afiliado, sólo di que estás ahí para ayudar; procura pasar desapercibido cuando se confeccione la lista electoral, pero entra en ella; cuando tengas ya un cargo público, haz que los demás piensen que trabajas mucho; procura participar en todas las comisiones que incluyan dietas; apúntate a cuantas sociedades municipales puedas, con o sin retribución adicional, por ahora no importa; defiende la congelación salarial al año siguiente de una subida considerable de tu sueldo; procura asistir a todos los festejos que se organicen en tu ciudad, no para beber y comer gratis, sino para trabar amistad con la gente que te convertirá en millonario; no olvides acudir a las concentraciones que tengan que ver con el respeto a los derechos humanos y la defensa de las minorías, que se te vea pero que no se te note; cuando logres ascender, que ascenderás, y te toque gestionar grandes cantidades de dinero público, piensa que también es tuyo e idea la mejor forma de recompensarte por el esfuerzo de tantos años de trabajo en beneficio de la comunidad; llama a la gente importante que has ido conociendo en los festejos sociales y véndete, caro a ser posible; si te detienen, asegúrate de haber ganado lo suficiente como para abonar la fianza, pagar a los abogados que te libren de la cárcel y vivir después como un marajá.
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