fango, barro, lodo, cemento, piedrecillas y un sinfín de porquería más en la calle Manuel Iradier. Esta es la nueva estampa de esta céntrica calle de Vitoria-Gasteiz desde que nuestro querido Ayuntamiento decidió por su cuenta hacer el polémico parking.
Desde el inicio de las obras del aparcamiento, todos los comerciantes de la zona -no sólo los directamente afectados que están dentro de la plaza Amárica- hemos sufrido, sufrimos y sufriremos molestias, incomodidades, olvido institucional, pasotismo de la empresa constructora y un quebranto económico y psicológico.
No es del agrado de nadie tener que acudir al negocio casi más preocupado de cómo estará la calle, de si me habrán manchado el escaparate o la entrada, de si tengo que llamar al de la limpieza de escaparates, de que si tengo que comprar otro felpudo para la entrada -ya que el anterior, comprado el mes pasado, está ya indecente- de si mis clientes podrán acceder sin incomodidades... en definitiva, toda una odisea para los comerciantes.
Cuando llamas al teléfono de atención ciudadana del Ayuntamiento, amablemente te derivan a la empresa adjudicataria, encargada de la obra. Todo amabilidad para escurrir el bulto y pasar la patata caliente a otro lado. En la constructora hacen lo que pueden, pero a todas luces es insuficiente.
El alcalde, como responsable número uno de la ciudad, y nuestro Ayuntamiento, el de todos los vitorianos, debería tomar cartas en este asunto.
Leo en la prensa que el Consistorio ha sancionado a la empresa, y me pregunto a dónde va a ir a parar ese dinero (soterramiento, auditorio?). Estaría bien que ese dinero fuese repercutido en este caso en la calle Manuel Iradier, para un grupo de trabajo específico que varias veces por semana le diese un buen lavado de cara. Calzada, aceras, portales, escaparates?
Creo sinceramente que sería un buen gesto del alcalde Patxi Lazcoz intentar darnos una solución a este problema diario que a nosotros tanto nos afecta e influye en el modo de ganarnos la vida. Me gustaría que este deseo mío, aunque me imagino compartido por el resto de compañeros afectados, se convirtiese en realidad. Para ello esta carta abierta. Espero tener noticias suyas, aunque lo que más ilusión nos haría sería poder constatar hechos.
Álvaro González Landa