la cuestión de la independencia de Kosovo ha sido debatida hace unos días en la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Unos 30 países, incluido Serbia, han participado en los debates, y aunque no es miembro de la ONU, el propio Kosovo ha podido exponer sus razones a los jueces. Tras el debate oral, el tribunal está listo para comenzar a deliberar. El gobierno provisional de Kosovo declaró unilateralmente su independencia de Serbia el 17 de febrero de 2008. Hasta ahora, Kosovo ha sido reconocida como nación soberana por 62 países, entre los que destacan EEUU y la mayoría de la Unión Europea. Otros 34 países, entre los que se encuentra España, se han declarado en contra. Actualmente, la comunidad internacional se encuentra dividida entre los países que han reconocido oficialmente la independencia de Kosovo, los que se niegan a reconocerla y los que han declarado su neutralidad o sus esperanzas de una evolución positiva en los acontecimientos.
La República de Kosovo ejerce su soberanía sobre la mayor parte del territorio kosovar. Sin embargo, el norte de Kosovo, de mayoría étnica serbia, es administrado autónomamente con la coordinación de la Asamblea Comunitaria de Kosovo y Metohija, organismo creado en junio de 2008 con el apoyo de la República de Serbia y que no es reconocido por el gobierno de la República de Kosovo.
Hasta ahora, el derecho de autodeterminación como vía para la independencia de los países había sido invocado únicamente en los casos de estados que habían sido víctimas de la colonización. Así, la resolución 2.625 (XXV), una de las más celebres resoluciones de la Asamblea General de la ONU, reconoce este derecho, y establece los procedimientos para llevarlo a cabo. Pero en esta misma resolución existe un contenido muy específico, en el que se establece que los países a los que ya haya sido reconocida la independencia no podrá ser aplicable este derecho, cerrando así la vía a territorios como el País Vasco, Canadá y un largo etcétera.
Kosovo rompe con esta dinámica, y establece un importantísimo precedente, con una declaración unilateral de independencia basada en un referéndum a los ciudadanos y posterior ratificación de su Parlamento. Ante el reconocimiento que estaba recibiendo la independencia de Kosovo en la comunidad internacional, Serbia decidió llevar el caso a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, para que ésta diera luz al conflicto y decidiera sobre la legitimidad y legalidad de esta declaración, y en su caso, estableciera las condiciones y procedimientos para tramitar otro proceso similar en cualquier otro país.
Quizás por la lejanía geográfica, o por el simple desconocimiento, sorprendentemente este caso no está teniendo demasiada relevancia en nuestro territorio. Lo que se está cocinando en la sala de deliberación de la Corte Internacional de Justicia puede crear un antes y un después en los territorios que piden su independencia y autodeterminación, bien abriéndoles la puerta para un nuevo marco basado en el ejemplo de Kosovo, o bien cerrándosela y asestándoles un duro golpe. Por lo que sin tener que ser demasiado utópicos, miremos durante unos días hacía La Haya, porque allí puede estar abriéndose un espacio para la esperanza.
Eneko Goenaga