por toni strubell (*)
Emoción catalana
En el mismo día en que Maialen Lujambio nos emocionaba a todos con la primera txapela femenina, en Catalunya también se desataron un montón de emociones. Por de pronto, nunca había visto tanta gente llorar. Gente mayor, gente joven, gente que nunca había votado, gente que siempre votaba. Comentan en todos los colegios electorales que nunca se había visto votar "convencida y contenta" a tanta gente. En un colegio mayor de Sant Cugat votó un joven de 17 años, venido de Estados Unidos, habiéndole costeado el viaje una petición de Facebook. Dice que en su barrio se van a pagar la campaña con lo que sobró.
Sin duda el gran éxito de esa jornada fue el protagonismo cobrado por la propia sociedad civil. Muchos ayuntamientos no colaboraron para nada y menos las instituciones supramunicipales. Tampoco se vio un solo anuncio en los grandes medios. Y sin embargo, fueron 200.000 catalanes a dar su apoyo a la independencia en una consulta no oficial. Se dice pronto. Tengamos en cuenta que Montenegro, con el beneplácito de la UE, consiguió la independencia con sólo 230.000 votos y tan sólo un 47% de participación. Catalunya no está tan lejos se ese anhelo, pues, sobre todo si se logra erosionar la abstención.
Habiendo dejado pasar varios días, habiendo leído y oído todo tipo de valoraciones sobre el 13D, solo cabe decir que lo que se ha vivido en Catalunya ha sido histórico. Lo dicen incluso destacados exmiembros del Govern de Maragall, como Ferran Mascarell (PSC) que en un artículo ha dicho que los catalanes no van a parar hasta conseguir "un Estado que los proteja". Los servidores del Estado actual han intentado desvirtuar la consulta diciendo que hubo "poca participación". Se dice que un 30% de voto (sobre el censo) por la independencia era poco. ¿Poco? ¿Por qué no nos dicen que los socialistas que detentan el poder en Catalunya lo hacen contando con un 15,21% del voto (sobre el censo)? ¡Es la mitad de lo que en 170 pueblos y ciudades ha dado el sí ahora! Conseguir estas cifras de participación con los escasos medios que se ha contado -pocos fondos, boicot informativo, nula participación de partidos, escasez de colegios electorales- es uno de los factores que más nerviosos ha puesto a PSC y PP. ¡Si en muchos pueblos han superado los apoyos al Estatut y a la Constitución europea!
El otro factor que ha significado el triunfo definitivo de la iniciativa es la ola mediática internacional que ha traído. En la BBC los teleespectadores han podido ver en largos reportajes como se celebraba en plena UE un referéndum escrupulosamente democrático, con observadores internacionales que certificaron la transparencia y ejemplaridad de todo el proceso. Incluso se ha subrayado el hecho de que las consultas se abrieron a la inmigración con el ánimo de que fueran más democráticas y abiertas que las que celebra el propio Estado. En no pocos medios se ha insistido que el evento bien pudiera marcar el inicio del camino hacia la independencia catalana, la cual cosa no sé si habrá molestado a Carod Rovira y Artur Mas, que consideraron poco oportuna la jornada. También se ha indicado que fuerzas como Reagrupament pudieran ser las grandes beneficiadas de la pasividad de ERC y CiU ante el envite.
En Madrid se optó ciegamente, una vez más, por el pin-pan-pun moralista y catalanofóbico, desaprovechándo la magnífica oportunidad que se les brindaba para ponerse al día. Siempre habían dicho que el separatismo en Catalunya no existía. Pues bien, ahí está un 30% para que vean que sí. Y que vaya alegremente el ministro Alonso diciendo que el 13D ha sido una "pantomima" porque el sentimiento de indignación y hartazgo que hay en Catalunya puede ir rápidamente en aumento. Lo cierto es que tanto los bertsos de Maialen como los votos sí de 200.000 catalanes, en un solo día, han hecho que las cosas ya nunca vuelvan a ser igual. Tanto la bertsolari como Catalunya han cumplido su primer sueño en el mismo día.
* Profesor de la Universidad de Deusto
HACE de esto unos días, se dio la noticia de que en el barranco de Viznar, en Granada, se habían encontrado huellas de disparos, donde se suponía que había sido fusilado y estaba enterrado desde hace más de setenta años el poeta Federico García Lorca.
Unos días más tarde, ante un silencio generalizado, salvo para los profesionales que viven de ese negocio, se dice de manera oficial que en el barranco de Viznar no están los restos de García Lorca, ni de los otros desdichados que le acompañaron en el último viaje. De nadie. En ese lugar de culto no ha sido enterrado nadie. Nunca. Entretanto ya ha aparecido un libro de investigación que contradice la versión oficial que sitúa el entierro de los asesinados en ese lugar y señala que después de enterrarlo, se llevaron sus restos. Tampoco. Al menos no ahí. Las ventas, aseguradas.
Un historiador irlandés, Ian Gibson, que por amor al arte adquirió la nacionalidad española y que ha dedicado su vida a la cultura española y en especial al asesinato de García Lorca, estaba estos días padeciendo una verdadera crisis de identidad. No es cosa de broma. Ni se me ocurriría burlarme de él. Uno de los pilares de su trabajo se venía abajo. Prefiero señalar que hace falta ser muy canalla para reírse de la buena fe de alguien que deja la vida en un trabajo de investigación, declarando, para regocijo de la afición, que te burlaste de él. Sobre el testimonio del falso enterrador o cómplice forzoso de los asesinos, que a cambio de su patraña adquirió la notoriedad y el protagonismo histórico que de otro modo no habría adquirido jamás, se ha venido sosteniendo la versión de los historiadores del lugar donde fue enterrado Lorca después de sus asesinatos.
Ahora, las miradas se dirigen hacia la familia de García Lorca, incrédulas de que ellos no supieran nada. El que fueran tan renuentes a que se abriera la fosa tampoco ayuda. Alguien ha tenido que saber dónde y cómo se mató y enterró a Lorca. Es muy difícil guardar un secreto de esas características. Ni siquiera el miedo cierra las bocas por completo. El hallazgo complica la tarea de los investigadores y les sitúa ante un reto colosal: romper el secreto de setenta años. Y lo que vale para Lorca, vale también para otros asesinados, más cercanos en la geografía.