HE podido comprobar personalmente que algunos profesores de la Universidad, incluso del departamento de arqueología, creen la versión oficial sobre los grafitos de Iruña-Veleia aunque no siguen el asunto desde los primeros días en que se anunciara el supuesto escándalo. Algo parecido parece regir las acciones de responsables políticos que aseguran que el debate científico está cerrado; mantienen el estado de las cosas en el mismo punto que hace un año, cometiendo una gran irresponsabilidad, pues en este tiempo han sucedido cuestiones fundamentales para su resolución.

Contamos ahora con trece informes que contradicen los doce de la comisión. Pese al currículum de alguno de los miembros de ésta, se han detectado profusión de errores, tanto de lectura como de contenido, al evidenciarse que lo que se proponía como imposible para época romana, no lo es. Por poner un ejemplo mediático, donde se leía Descartes, pone Miscar(t), pero se alegaba que, de ser así, era un nombre no documentado. Pues bien, hace poco hemos conocido que ese nombre existía como divinidad y nombre común en la Cartago del siglo IV. Lo mismo podemos decir de la juntura de los nombres Octavio y Augusto, que todavía sigue siendo dada por imposible en los siglos en cuestión, como hemos comprobado en un conocido diario local por parte de una especialista (Velázquez) de latín clásico -que no, al parecer, de latín vulgar-, cuando también hay pruebas de su existencia. Y así podríamos llenar unos cuantos folios. Como el tema académico ha quedado totalmente en evidencia, puesto que en las inscripciones no hay nada imposible o no argumentable para la época romana, da la impresión que se trata de recurrir a otro tipo de estrategias.

Y ha llegado el tema grafológico. Analizando el informe conocido hasta el momento, habría que tener en cuenta diversos aspectos que, en mi opinión, anulan su valor probatorio. No tiene en consideración que, tanto las grafías de la letrina, como la de los grafitos, están realizadas, supuestamente, por diferentes manos. No se ha contado con una prueba de contraste escrita ni por el principal señalado, Eliseo Gil, ni por todos aquellos que participaron en las excavaciones. Se ha carecido de una evaluación a doble ciego, es decir, aportar a los profesionales del estudio, grafitos de otros yacimientos o de personas sin relación alguna con el caso, sin el conocimiento de los grafólogos de quiénes son sus autores, y buscar dónde hay más similitudes. Cuando se comparan dibujos, se omite el hecho del diferente tamaño entre los de los grafitos y los de las letrinas (en muchos casos 15 veces más grandes). Únicamente se comparan letras individualizadas y no palabras o grupos de éstas, pretendiendo hallar parecidos en rasgos aislados, sin tener en cuenta que otros rasgos de una misma letra no tienen nada que ver.

El porcentaje de supuestas similitudes propuestas es realmente escaso comparado con las que debería de haberse encontrado si todas las letras hubieran sido hechas por la misma mano. No se ha tenido en cuenta que letrina y grafitos no están hechos en el mismo soporte -el propio informe reconoce su debilidad en este aspecto-, ya que según sea éste, puede estandarizar-uniformizar y modificar rasgos particulares o diferenciadores, sobre todo si no es papel, que es donde estas pruebas son más fiables; además, no existen suficientes precedentes en materiales duros. El hecho de imitar, en este caso caracteres grecolatinos, también desnaturaliza y estandariza. Se aprecia intencionalidad porque entra a analizar cuestiones que no le competen como la pretendida ausencia de perspectiva en la época, cometiendo por otra parte un grave error, como ya lo hicieran desde la comisión. El mismo informe reconoce que no puede hallar ductus (número de trazos que debe integrar la letra, orden de ejecución y dirección que debe llevar) ni características finas, por no estar hechas sobre papel, que es donde esto sí se puede apreciar. Sobre el segundo supuesto estudio, se informa antes a la prensa que al propio tribunal, o sea, volvemos a evidenciar el ansia por crear estado de opinión. La misma conclusión del peritaje señala que pese a las similitudes encontradas no puede asegurar que se hayan realizado por la misma mano.

En definitiva, poca base argumental que, desgraciadamente, trata de sustituir a otras posibles pruebas de carácter físico-químico a partir de concreciones, costras o carbonataciones en las piezas, posibles raíces sobre surcos, hollines, más que probables realizaciones precocción, etc., estudios que de una manera sencilla y barata se podrían materializar y darnos información reveladora. Incomprensible y muy sospechosamente se está negando esta posibilidad y, además, se pretende entrar en una nueva fase -plan director- sin resolver la anterior, en la cual no se llevarán a cabo catas controladas ajenas a las partes (evidentemente si no fueran controladas no serían fiables a estas alturas), como recomendó uno de los integrantes foráneos de la comisión (Perring); un plan director con una nueva dirección descalificada de inicio por haber sido juez y haber realizado informes plagados de inexactitudes.

El verdadero escándalo, y fraude sería si estas pruebas, por supuesto con garantías plenas, no se realizan y es incomprensible que las autoridades se nieguen a hacerlas y que medios de comunicación hagan campaña en ese sentido, u omitan el tema. La plataforma a la que pertenezco seguirá perseverando en lo que le sea posible y sigue solicitando más firmas que añadir a las ya 1.200 obtenidas en www.sos-veleia.org, y también ayuda económica para llevar adelante futuras iniciativas como: congreso-debate, jornadas, despliegue informativo y dinero para las mismas analíticas si fuera necesario.