Un año de aquel fatídico día. Un año en la que la figura de Inaxio no ha podido convivir en los lugares habituales: su casa, su empresa, un lugar de encuentro lúdico con sus amigos y su partida de cartas. No podemos olvidar el gran valor de su familia, recordándole el día 3 de cada mes en el lugar de la tragedia. Sois dignos de admiración por ser capaces de sobrellevar ese doble dolor: el de la pérdida del ser querido y el de escenificar el momento de ese cruel acto en cada concentración.
A los autores del crimen deciros que tenéis la misma tendencia que el fascismo. Poseéis la verdad y los demás estamos en el error, pero la triste realidad es que la población civil sigue muriendo por una acción llevada en aras de su libertad, y todo ello porque no sois capaces de daros cuenta que es un error esencial considerar la violencia como una fuerza. Lo más triste de vuestra actitud es que sois personas que sólo tenéis una idea, y es una idea equivocada. Vuestra conducta es el espejo donde cada uno de vosotros mostráis vuestra imagen. Lo más triste de vuestra vida errante es que, cuando os toque vuestra hora, dejaréis de existir sin que hayáis vivido nunca.
Inaxio. Tu muerte no es una ausencia, solamente una diferencia de presencia. En la soledad y el silencio escucharemos tu presencia. Gracias por tu valentía, entrega y generosidad. Quiero que sepas que la vida es como una leyenda: no importa que sea larga, sino que esté bien narrada y tú has sabido hacerlo con decisión. Como la sinfonía necesita de cada nota. Como la casa necesita de cada piedra, la humanidad entera necesita de ti. Allí donde estés, único y, por tanto, irremplazable. Un abrazo eterno.