Qué bonito es el español y qué rico. Y si no, que se lo pregunten a Arguiñano, que está metido en todas las casas y salsas de América por la lengua. Y de bonitos del norte va la cosa. Bueno, bonito, bonito, como que no, porque lo sucedido a los atuneros vascos más bien parecen las malas artes de unos cuantos merluzos desorejados. Dice el refranero más vale prevenir que remediar. Los gobiernos implicados tienen que aunar esfuerzos y poner medidas disuasorias para que los marineros no corran más riesgos en su, de por sí, ardua jornada. Y los armadores, poner orejas en el asunto y cumplir lo establecido.
De seguir así, va a resultar que el precio a pagar por el atún nos va a salir de bonito que no veas? ¡Menudas marmitas, a lo somalí, se están jamando piratas y picapleitos, a costa de besugos pagadores! Y para más espinas, todo el país, como doña Angustias, preocupado por sus marineros y los tunos de siempre sacando tajada de la repesca.
Menos mal que ha salido bien, todos a salvo, suerte que no han corrido otros tripulantes en iguales turbulencias. Nada, pelillos a la mar y haciendo caso a Lorca: "Dormir tranquilamente, niños míos". Ojo con otra escabechina y de todo corazón? ¡Que os vaya bonito!