Este mismo día, aunque en diferentes años, asesinaron a Santiago Brouard y a Josu Muguruza. ¿Eran buenas personas? No lo sé. Lo sabrán sus seres más cercanos. ¿Condenaban el uso del terror para tratar de conseguir determinados objetivos políticos? Parece ser que nunca criticaron el uso de este tipo de violencia, incluso cualquiera podría pensar que apoyaban las acciones de ETA. ¿Eran por ello merecedores de los disparos que terminaron con sus vidas? Radicalmente, no bajo ningún concepto. ¿Son víctimas del terrorismo? Absolutamente, sí.
Pensar que merecieron esa muerte es aceptar el planteamiento que nos hace el terror, la utilización de la vida como medio para tratar de alcanzar otros objetivos. Pensar que merecieron ser asesinados es aceptar que haya otros que puedan asesinar. Pensar que sus asesinatos están bien es, además de una inmoralidad, cargarse de un plumazo el sentido de la Justicia, del Estado de Derecho. Ambos son, sin duda alguna, víctimas del terrorismo y sus asesinatos merecen nuestra más enérgica condena. Yo condeno estos asesinatos, me solidarizo con sus familias y me apena el dolor que sintieron y sienten.
Ayer, como tantos días del año, recordé que para muchos es el aniversario de una horrible tragedia. Recordé a Santiago Brouard y a Josu Muguruza, de la misma manera que a Benjamín Sancho y a José Benito, asesinados también en un día como ayer en Basauri en 1978. No juzgo lo que cada uno hiciera en vida; simplemente, me rebelo ante la enorme injusticia que provocó la muerte de los cuatro.