Al menos una vez en la vida. Ver a Judas Priest aparecer en el escenario es algo que merece totalmente la pena. Y eso lo pudieron comprobar quienes el pasado 15 de junio se acercaron al Navarra Arena para disfrutar de un concierto -en realidad tres- de auténticas leyendas.
Ya en los alrededores del Navarra Arena se respiraba buen rollo. Bares y restaurantes llenos, aparcamientos a rebosar, autobuses que traían a más y más seguidores...
Todo un espectáculo en el que las camisetas de grupos, las chaquetas con parches y las botas moteras marcaban auténtica tendencia.
Una vez dentro del recinto, a rebosar durante las cerca de cinco horas que duró la cita -alrededor de una hora Uriah Heep, lo mismo Saxon y algo más Judas-, el buen ambiente fue protagonista. En la pista no cabía ni un alfiler y en las gradas apenas unas pocas localidades se encontraban desocupadas.
Nadie había querido perderse esta cita enmarcada en la gira Invincible Shield Tour, en la que los seguidores de la banda pudieron disfrutar de canciones clásicas y del nuevo disco, precisamente titulado Invincible Shield.
Tras disfrutar de la música y el buen rollo de Uriah Heep y Saxon, llegó el momento más esperado para muchos. Tras una espera amenizada con más música y cerveza, por fin llegó la hora.
A eso de las 21.35 saltaron al escenario Rob Halford, Glenn Tipton, Richie Faulkner, Ian Hill y Scott Travis. Halford literalmente brillaba sobre el escenario, con su levita de tachuelas doradas. Y dieron más de una hora de espectáculo ininterrumpido, con el público coreando cada una de sus canciones.
Los de Birmingham no dejaron a nadie indiferente. Consiguieron su cometido. Y así, tras una intro que vino seguida de uno de sus grandes temas, Panic Attack, cundió el más maravilloso caos. El público se dejaba la voz tratando de alcanzar los agudos que con gran maestría ofrece Halford y, después, todo fue a más.
Muchos esperaban la última canción antes de los bises, Painkiller, otro de los temazos del grupo, pero antes también pudieron disfrutar de auténticos hits como Rapid Fire, Breaking the law, Devil’s child, Saints in Hell o Turbo Lover. También, por supuesto, de la canción que da nombre al disco por el que se acercaron a Pamplona, Invincible Shield.
Y ya casi al final, por supuesto, uno de los momentos más esperados por muchos: Rob Halford saltó al escenario con su inseparable motocicleta, una Harley Davidson cuyo motor rugió al ritmo de Hell Bent For Leather, justo antes de poner el broche a una velada inolvidable con Living After Midnight, canción con la que terminaron alrededor de las 23.30 horas. Sin duda, el gran colofón para una cita de casi cinco horas que quedará grabada en la memoria.
Saxon y Uriah Heep, dos teloneros tan míticos como el cabeza de cartel
Fundados todos ellos entre los años 60 y 70, consiguieron ofrecer un auténtico espectáculo
Si algo nos ha regalado Reino Unido entre los años 60 y 70 es buena música. Por supuesto en este campo encontramos a Los Beatles y Los Rolling Stones, pero hay muchísimas más bandas que, con su buen rollo y su música pegadiza, se han hecho un hueco en el corazón de sus seguidores.
Y es que da igual cuándo hayamos nacido. Hay música que es inmortal. Y si algo demostraron hace un par de semanas Uriah Heep, Saxon y Judas Priest es que su música atrapa a generaciones enteras.
Hasta txikis se acercaron al concierto con sus aitas para disfrutar de una cita ineludible, el regreso de estos grandes con su tour Invincible Shield.
Ni Uriah ni Saxon se quedaron tampoco atrás. Ambas bandas dieron también un gran espectáculo. Con unos solos de guitarra y de batería para el recuerdo, uno de los hechos que más huella dejó fue cuando los integrantes de Saxon (con Biff Byford a la voz) empezaron a recibir sobre el escenario varias chaquetas del público.
Todos ellos se las pusieron y terminaron firmándolas en un acto que desató los aplausos del público allí congregado.
Tampoco pasa desapercibida la rapidez con la que los técnicos hicieron, no uno, sino dos cambios de escenario para adaptarlos a los segundos teloneros (Saxon) y a Judas Priest en tiempo récord, ni los cambios que también se producían dentro del propio concierto de Judas, con un tridente símbolo de la banda que además era móvil y que llenó el escenario, así como las imágenes en una pantalla gigante que permitía a quienes estaban lejos seguir cada movimiento en el escenario e incluso las reacciones del público, totalmente entregado al concierto.
Al detalle
Primero salió Uriah Heep, una banda londinense formada en el año 1969. Sobre el escenario de un Navarra Arena a rebosar, tocaron canciones como Rainbow Demon.
A Uriah le siguió Saxon, otro auténtico clásico del metal, cuyo nacimiento se remonta a mediados de los años 70, al año 1976. Con un espectáculo en el que tocaron temas como Wheels of Steel, pusieron a todo el mundo en pie.
Los sacerdotes del metal
El Navarra Arena estalló en mil pedazos nada más saltar al escenario Judas Priest. Canciones como Breaking the law, Turbo Lover, Painkiller o Panick attack pusieron en pie a las miles de personas que acudieron a ver a estas tres bandas.
El lado más humano
Hay cosas bonitas allá donde posemos la vista. Algo que no todo el mundo vio pero que es totalmente reseñable fue el gesto de una seguidora de Judas que, antes de comenzar el concierto, le prestó su chaqueta a un miembro del staff del Navarra Arena que se encontraba ayudando a quienes buscaban su sitio en las gradas. Sin duda, todo un gesto.
En la otra cara de la moneda, sin embargo, encontramos a alguien que en pista lanzó un vaso con líquido al lugar en el que se encontraban las mesas de sonido, una acción que podría haber tenido consecuencias.