Existe el rumor de que AC/DC volverá a la carretera en 2023 tras su última gira, que data del año 2017 cuando ya hizo una parada en Euskadi. Mientras se concreta o no esa nueva gira mundial, los seguidores del grupo pueden disfrutar con la biografía de su cantante, Brian Johnson, inteligentemente titulada Las vidas de Brian (Contra) y que muestra la inquebrantable fe del vocalista británico, que logró el éxito ya en la treintena, tras pasar por el grupo Geordie, el Ejército y varios trabajos de currito, cuando sustituyó a Bon Scott al micrófono de los australianos, en 1980, con el disco Black in Black, y vivió “el subidón de adrenalina más grande de mi vida”, escribe Johnson.

“El secreto está en no rendirse, no te rindas nunca”. Esa es la máxima de Johnson, un consejo que le dio Roger Daltrey, el cantante de The Who, cuando Brian iniciaba su carrera profesional, según muestran las divertidas memorias del cantante de AC/DC desde hace cuatro décadas. A lo largo de 376 páginas, la autobiografía, a la venta por 23 euros y con traducción del músico vasco Ibon Errazkin, indaga en la personalidad y vida de un currito del rock –más que su trabajo en AC/DC– que nació en 1947 en Dunston, en la región de Newcastle, al nordeste de Inglaterra.

De padre trabajador y servidor en la II Guerra Mundial, “un tipo duro pero un bendito”, y de madre italiana y de buena posición, el pequeño Brian fue considerado “un cerdo extranjero” hasta por parte de la familia paterna y sobrevivió a su niñez y adolescencia gracias a los juegos en la calle, el fútbol y la música, primero con la BBC, donde descubrió a Sinatra o Doris Day, y después con radios piratas, donde oyó a Little Richard, The Beatles, los héroes locales The Animals, Dylan, el blues, el rockabilly… “Heredé un buen par de pulmones de mi padre”, escribe antes de recordar, como “alguno de los días más felices de mi vida”, su paso por grupos menores como Section 5, The Toasty Fok Trio, The Gobi Desert Kanoe Klub…

El libro se compone de 376 páginas y está a la venta por 23 euros.

El libro se compone de 376 páginas y está a la venta por 23 euros. Editorial Contra

Casado de penalti en 1968, tras una Nochevieja de borrachera, se enroló en el Ejército como paracaidista para comprar un juego de voces y micrófono profesionales, entregado a “lo que tenía de nacimiento: mi voz… y un par de huevos”. Algunas de las mejores anécdotas de la autobiografía narran su acojone previo a los saltos y su carrera al frente de Geordie, un grupo de rock, blues y glam –“unos Slade de segunda división”, según la crítica– con quienes llegó a editar tres discos, aparecer varias veces en Top of the Pops, ascender en listas con All Because of You y convertirse en estrellas de los Circuitos de Club de Trabajadores controlados por los sindicatos.

“Estuvimos a punto de ser cool, pero nunca lo fuimos”, relata. De vuelta a la cruda realidad y a pesar de sobrevivir con dos hijas, sin pasta, engañado por los sellos y los abogados, y comiendo como instalador de parabrisas de coches y con broncas maritales, nunca se rindió. No tiró la toalla aunque no fructificaron sus intentos de pruebas con Rainbow, Manfred Mann’s Earth Band ni Uriah Heep, y montó Geordie II. Ahí fue cuando su hermano cocinero, Maurice, fijó su imagen personal cuando le prestó una gorra y una camiseta de fútbol americano para un concierto, con el fin de evitar que el sudor y el pegamento de su trabajo como instalador le cegara en un concierto. “Ya no me siento cómodo sin la gorra”, confiesa.

La gloria

Resulta curioso cómo AC/DC sobrevoló la vida de Brian años antes de su incorporación al grupo, tal y como da cuenta el libro. Scott compartió habitación de motel con él cuando el australiano, con barba y borracho, estaba al frente de un grupo hippie llamado Fang, y los hermanos Young acudieron a algún concierto de Geordie. Pero todo se aceleró con la repentina muerte de Scott, tras el éxito de Highway to Hell. Allí, Brian recibió una llamada para hacer una prueba. “No querían un imitador de Bon, pero tampoco nadie muy distinto”, escribe tras reconocer su escepticismo inicial.

Y la gloria que perseguía desde niño se hizo realidad con su entrada en la banda y la grabación de Back in Black, un hito del rock y el segundo disco más vendido de todos los tiempos tras Thriller, de Michael Jackson. Las últimas páginas describen su grabación en Las Bahamas, con las letras de las canciones surgidas de riffs de las guitarras de los hermanos Young; sus encuentros con Ozzy Osbourne y músicos de Lynyrd Skynyrd; su primer porro, ya en la treintena; la idea de la campana que acompañó a la gira posterior, que recaló en el Velódromo de Anoeta; los análisis de clásicos como Hell Bells, You Shook Me All Night Long o Rock and Roll Ain’t Noise Pollution...

La sensación que transmite Johnson es que todavía hoy, sigue sorprendido de cómo entró en AC/DC “con las mismas condiciones económicas que el resto del grupo, como miembro a todos los efectos”, recuerda entre palabras de amistad y amor verdadero para Malcolm y Angus, sobre todo. El libro concluye entre su afición por la carreras de coches –los automóviles han sido una fijación desde niño– y los problemas de audición que le hicieron abandonar el grupo en 2016 durante dos años y que le provocaron “no una depresión, sino auténtica desesperación”. Regresó tras varias operaciones, grabó Power Up y salió de gira, lo que “me devolvió la vida”. Una vida currada al máximo, una oda a la resistencia, a la fe y a no hincar la rodilla ni dejar de soñar. Y narrada con el sentido del humor de un currito que parece todavía no creer, más de 40 años después, que su sueño se convirtió en realidad.