Apenas once días después del trágico asesinato del activista Charlie Kirk, miles de sus seguidores se congregaron para rendirle homenaje en un acto en su honor que trascendió el duelo para convertirse en una proclamación política, con discursos del presidente Donald Trump y otros miembros de su Gobierno que lo presentaron como un mártir moderno de la causa conservadora.
"Fue un terrible atentado contra los Estados Unidos de América. Fue un atentado contra nuestras libertades más sagradas y nuestros derechos fundamentales, otorgados por Dios. El arma estaba apuntada contra él, pero la bala iba dirigida contra todos nosotros, contra cada uno de nosotros", dijo Trump en un evento que tuvo la escala de un gran funeral de Estado.
El mandatario apareció en el escenario del Estadio State Farm una hora después de lo previsto y, frente a una multitud de 73.000 personas, llamó a Kirk un "héroe nacional", uno de "los más grandes patriotas de la historia de EE.UU." y una de las "figuras más influyentes" de las elecciones que lo colocaron en el poder en noviembre de 2024.
Trump recordó, para algarabía de los presentes, que le otorgaría de manera póstuma la Medalla Presidencial de la Libertad, el mayor honor civil que se entrega en Estados Unidos, en una ceremonia en Washington.
Antes del presidente, Erika Kirk, la viuda del activista ultraconservador asesinado el 10 de septiembre por el impacto de una bala mientras ofrecía una charla en la Universidad Utah Valley, subió al escenario vestida de blanco para dedicar unas palabras a su esposo.
Entre lágrimas, la ahora directora ejecutiva de Turning Point, la organización sin fines de lucro dedicada a promover valores conservadores entre los jóvenes en EE.UU. fundada por su marido, aseguró que perdonaba al joven de 22 años sospechoso de haberle quitado la vida:
"Mi esposo quería salvar a jóvenes, como el que le quitó la vida (...) A ese hombre, a ese joven, lo perdono. Lo perdono porque fue lo que hizo Cristo y es lo que Charlie haría", dijo Kirk.
El evento, que se extendió por casi cinco horas, también contó con la intervención del vicepresidente, JD Vance, quizás el más cercano al activista y uno de los más ovacionados de la jornada. Vance también atribuyó parte de su triunfo electoral, y el del presidente, al legado de Kirk. "Toda la Administración está aquí y no solamente porque era nuestro amigo, sino porque gracias a él estamos aquí", mencionó.
Por su parte, Stephen Miller, subjefe de Gabinete de la Casa Blanca, ofreció probablemente el discurso más enfervorecido de la jornada al señalar el asesinato como parte de una ofensiva contra el movimiento conservador. "Creíste que podías matar a Charlie Kirk. Lo hiciste inmortal. Inmortalizaste a Charlie Kirk, y ahora millones continuarán su legado", mencionó.
Cristianismo y política
Los discursos de todos los líderes evidenciaron la consolidación definitiva del vínculo entre el conservadurismo cristiano y el trumpismo. El presidente aseguró que, además de su compromiso de "devolver la grandeza a Estados Unidos", también buscaba "traer de vuelta a Dios al país". Por su parte, el secretario de Estado, Marco Rubio, comparó la labor del activista con la de Jesucristo, destacando que Kirk era conocido por acercarse a los jóvenes en las escuelas para promover los valores del Partido Republicano.
Asimismo, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, aseguró que la traducción de Kirk del alemán significaba "iglesia", por lo que este domingo ahí, en el estadio, todos se encontraban "en la iglesia de Charlie". Vance confesó que en ocasiones se sentía intimidado al hablar de su fe en Dios, pero que eso había cambiado desde la muerte de Kirk: "He hablado más de Jesucristo en las últimas dos semanas que en toda mi vida, ese es un innegable legado de Kirk".
Larga espera
Desde la madrugada, decenas de miles de personas esperaron a las afueras del Estadio State Farm, en Arizona, decididas a rendir homenaje a Kirk. Ataviados con los colores patrios y camisetas con lemas como "Libertad" o "Yo soy Charlie Kirk", los asistentes buscaban honrar el legado del activista. Sydney, una mujer de 56 años que viajó desde Tucson, explicó que su presencia buscaba celebrar la apertura al debate que siempre mostró Kirk.
"A veces siento que me tengo que callar lo que pienso. Yo entiendo la diferencia de opiniones, pero estamos en puntos tan diferentes que parece que ya no hay sentido común y ni siquiera sé cómo superarlo, y parece que Kirk lo estaba intentando", dijo a EFE. El homenaje fue designado por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) con la calificación de seguridad más alta de la agencia, y también contó con discursos del secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., o la directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard.