- Estados Unidos prohibió ayer las importaciones de petróleo, gas natural y carbón desde Rusia, como castigo a la invasión de Ucrania, aunque reconoció que la medida va a suponer un coste para sus propios ciudadanos por el aumento del precio del combustible. El presidente de EEUU, Joe Biden, anunció el veto en un discurso en la Casa Blanca, antes de partir hacia Texas, el mayor estado productor de petróleo y gas del país.

Este paso “significa que el petróleo ruso no será aceptado en puertos de EE.UU. y que el pueblo estadounidense asestará otro golpe fuerte a la maquinaria de guerra” del presidente de Rusia, Vladímir Putin, remarcó Biden, quien subrayó que tiene el apoyo tanto del Partido Demócrata como del Republicano.

En la práctica, la prohibición, que tiene efecto inmediato, supone el bloqueo de cualquier compra nueva de crudo y de ciertos productos petroleros, gas licuado y carbón rusos, además de cancelar las entregas de contratos existentes.

Un funcionario de alto rango del Gobierno estadounidense aclaró en una llamada con periodistas que la medida se materializa también en la prohibición de nuevas inversiones estadounidenses en el sector energético ruso. Al mismo tiempo, se veta a los estadounidenses participar en inversiones extranjeras en la industria de la energía de Rusia.

Biden explicó que ha decidido adoptar este castigo contra Moscú pese a que muchos de los aliados europeos no se encuentran en una posición de unirse a la medida. “Estados Unidos produce mucho más crudo a nivel doméstico que la combinación de todos los países europeos”, recordó el mandatario. “Somos exportador neto de energía -destacó Biden-, por lo que podemos tomar un paso que otros no pueden, pero estamos trabajando de cerca con Europa y nuestros socios para desarrollar una estrategia más a largo plazo para reducir la dependencia de la energía rusa”.

Las importaciones de EEUU del petróleo ruso suponen cerca del 8% del total, mientras que en el caso europeo es del 27%. El año pasado Europa importó seis veces más petróleo de Rusia que EEUU, con 4,5 millones de barriles al día, frente a 700.000 diarios por parte estadounidense.

Biden reconoció que la medida va a suponer “costes” para los estadounidenses, en referencia al notable aumento del precio del combustible registrado en los últimos días.

A ese respecto, adelantó que hará todo lo posible para minimizar el incremento de los precios de la energía en EEUU y advirtió a las compañías petroleras de que no tolerará que se beneficien de la situación actual inflando precios. “Nos estamos acercando a niveles récord de producción de petróleo y gas en EEUU”, remarcó.

El funcionario de la Casa Blanca admitió que la guerra en Ucrania ha ocasionado un incremento de 75 centavos de la gasolina para los estadounidenses, una situación ante la que el Gobierno está adoptando medidas de “mitigación”. En ese sentido, mencionó el compromiso del Ejecutivo de liberar petróleo de las reservas estratégicas, en coordinación con los aliados.

En paralelo, Washington lleva a cabo conversaciones con productores y consumidores de energía para garantizar el suministro global y su estabilidad. Más allá de los combustibles fósiles, EEUU quiere aprovechar esta situación para profundizar en la transición hacia las energías verdes, como alternativa al petróleo y al gas.

Al tiempo que Joe Biden daba a a conocer su decisión, el Reino Unido anunciaba que reducirá gradualmente las importaciones de petróleo ruso y dejará de comprar crudo a Moscú para finales de este año, según confirmó el ministro de Empresas, Energía y Estrategia Industrial británico, Kwasi Kwarteng.

Ese periodo de “transición” ofrecerá al mercado británico nueve meses para ajustarse a los cambios y asegurar nuevas vías de suministro una vez queden vetados el crudo y derivados del petróleo de Rusia, que representan el 8% de la demanda británica. Kwarteng avanzó que el Gobierno explora asimismo la opción de vetar las compras de gas como castigo por la invasión de Ucrania ordenada por el Kremlin. El Reino Unido “no es dependiente del gas natural” ruso, que representa solo el 4% del consumo interno, recalcó.

Durante 2022, Londres negociará con Estados Unidos, Países Bajos y Estados de Oriente Medio, que ya suministran la mayor parte de las importaciones de crudo, para ampliar esas entregas, detalló el ministro en un mensaje en las redes sociales. Subrayó al mismo tiempo que el Reino Unido, que extrae petróleo en el mar del Norte, entre otras fuentes, tiene una capacidad de producción propia “significativa”, así como amplias reservas acumuladas.

“El mercado ya ha comenzado a excluir al petróleo ruso. Cerca del 70 % del mismo ya no puede encontrar un comprador”, aseguró Kwarteng.

El primer ministro británico, Boris Johnson, ya había argumentado el pasado lunes en contra de un veto inmediato a los hidrocarburos procedentes de Rusia y defendió la necesidad de reducir la dependencia de Moscú “paso a paso”.

Putin

Vladímir Putin firmó ayer un decreto de “medidas especiales” para garantizar la economía de Rusia y en el que autoriza al Gobierno a prohibir exportaciones de productos y materias primas. El objetivo del decreto se publica para “garantizar la seguridad de la Federación Rusa y el funcionamiento ininterrumpido de la industria”, y estará vigente hasta el 31 de diciembre de 2022. En el decreto queda prohibido “exportar fuera de la Federación Rusa” productos y (o) materias primas, que quedarán explicitadas en la lista que apruebe el Gobierno ruso en los próximos dos días.

Suspensión

La UE, Noruega e Islandia suspendieron ayer la cooperación con Rusia y Bielorrusia en política medioambiental, sanitaria, cultural y de transporte, iniciada en 1999, como consecuencia de la invasión de Ucrania. “La Unión Europea, Islandia y Noruega están convencidas del valor de esta cooperación y sus logros tangibles”, dijeron en una nota.

BBC

La cadena pública británica BBC anunció ayer que volvería informar en inglés desde Rusia a partir de medianoche, después de haber suspendido temporalmente el trabajo de sus periodistas en ese país el pasado viernes por la aprobación de una ley que prevé penas de cárcel por diseminar “información falsas”.