l proyecto de ley (HB 1557/SB 1834), propuesto por el senador republicano Dennis Baxley, fue aprobado por un comité de la Cámara de Representantes de Florida en enero y el martes pasado fue sancionado por el Comité de Educación del Senado de dicho estado.
La propuesta especifica que “no se podrá alentar la discusión en el aula sobre la orientación sexual o la identidad de género en primaria ni tampoco de una manera que no sea apropiada para la edad o el desarrollo de los alumnos”. El texto no especifica qué se entiende por “apropiado para la edad” ni “apropiado para el desarrollo”, pero prohibiendo el discurso lectivo de este tema el proyecto de ley viola de un plumazo la libertad de cátedra.
Además, la propuesta da a los padres la capacidad de demandar a las escuelas si juzgan que han violado alguna disposición de la ley.
Curiosamente, el proyecto establece que es necesario “reforzar el derecho fundamental de los padres a tomar decisiones sobre la crianza y el control de sus hijos al exigir que el personal del distrito escolar aliente a un alumno a discutir temas que atañen a su bienestar con sus padres o a solicitar permiso para discutir o facilitar la discusión de problemas con ellos”. Aparentemente, los redactores de esta proposición de ley no establecen más límites a los derechos fundamentales y a la educación en libertad que el de la orientación sexual o la identidad de género. O eso, o no consideran que estudiar y discutir estos temas redunde en el bienestar de los menores.
El gobernador de Florida, el republicano Ron DeSantis, informó sobre su apoyo a la medida subrayando que no aprueba “inyectar conceptos sobre la elección de género” en las escuelas. Al igual que otros partidarios del proyecto, afirmó que “las escuelas deben enseñarles a los niños a leer, a escribir. Necesitan enseñarles ciencias, historia. Necesitamos más educación cívica”. Y añadió que es preciso “asegurarse de que nuestras escuelas realmente se centren en lo básico. No queremos que sean motores para poner cosas (...) que son divisivas y que no son precisas”. Y es que enseñar sobre orientación sexual e identidad de género se ha convertido desde hace tiempo en “inyectar ideas nocivas y fútiles” en el vocabulario republicano. Más aún, desde esta peculiar forma de ver el mundo se entiende que promover la educación sobre identidad de género y orientación sexual no es cívico.
Los críticos, que han llamado al proyecto de ley No digas gay (Don’t say gay bill), argumentan que eliminará la escasa protección de la que actualmente gozan los menores. El grupo Equality Florida ha tachado la propuesta legislativa de “peligrosa” y ha indicado que se trata de un nuevo ataque populista dirigido esta vez a los menores LGBTQI+ mediante la estigmatización, el silencio y el aislamiento y bajo la excusa de generar aulas “seguras e inclusivas”. La existencia de estudiantes y padres LGBTQI+ no debe convertirse en un tema tabú y tampoco es un tema que deba ser regulado por el legislativo.
Como informó Li Cohen para CBS News, para Delaney Ocock, estudiante de Olympia High School en Orlando, la propuesta de ley es una barrera para los alumnos que, como ella, han encontrado en la escuela un apoyo esencial que no es fácil de encontrar en otros medios. “El proyecto está enviando un mensaje a los jóvenes LGBTQI+: que tienen algo de qué avergonzarse, que sus identidades son tan tabú que ni siquiera deberían hablar de ellas en las aulas”, declaró a CBS News. Tiene razón. Ni las escuelas deberían enseñar a ocultar la identidad de género de los alumnos ni estos deberían aprender a esconderla. Estas políticas tan sólo sirven para aventar la exclusión social mediante el desarrollo a la sombra del estigma y los prejuicios.
Delaney Ocock apuntó acertadamente que el proyecto de ley asume incorrectamente que los menores mantienen conversaciones abiertas y normalizadas sobre estos temas en sus casas, pero para muchos la propuesta “es realmente una sentencia de muerte” porque están “tratando de quitarles un espacio seguro”, dijo. Una encuesta de 2019 de The Gay, Lesbian and Straight Education Network encontró que el clima escolar en Florida “no es seguro” para la mayoría de los alumnos LGBTQI+. La gran mayoría aseguró que escuchaban regularmente comentarios antiLGBTQI+ en las aulas y aproximadamente una cuarta parte había sufrido algún tipo de acoso físico. Pero el 98% de los encuestados afirmó haber encontrado apoyo en al menos un miembro del personal escolar. La Encuesta Nacional 2021 de Trevor Project sobre la Salud Mental de los Jóvenes LGBTQI+ encontró que, de los más de 82.000 jóvenes encuestados, solo un tercio consideraba su hogar como “LGBTQI+ afirmativo”, mientras que la mitad entendía que su escuela lo era.
“Prohibir el discurso sobre la orientación sexual y la identidad de género en las aulas de Florida no solo sería una infracción de los derechos civiles, sino que borraría capítulos enteros de historia, literatura clásica e información crítica sobre la salud de los libros de texto, por no hablar de borrar a los propios estudiantes”, ha expresado Sam Ames, del Proyecto Trevor.
El proyecto de ley ha provocado también una reacción negativa en la Casa Blanca. Biden reaccionó vía tweet el martes 8 de febrero afirmando que “quiero que todos los miembros de la comunidad LGBTQI+, especialmente los niños que se verán afectados por esta repulsiva propuesta legislativa, sepan que son queridos y aceptados tal como son. Estoy con vosotros, y mi administración continuará luchando por la protección y la seguridad que merecéis”.
El proyecto de ley debe ser considerado por otro comité del Senado de Florida, que podrían hacer cambios, antes de que pueda ser presentado al pleno de la Cámara de Representantes del estado. Si es aprobado en el legislativo de Florida, entraría en vigor el 1 de julio próximo.
La educación sobre identidad de género y orientación sexual no está cubierta en la mayoría de las escuelas. Hay al menos cuatro líneas de acción básicas que el sistema educativo debería implementar para integrar una perspectiva plural e inclusiva en las escuelas, y para educar y proteger a los menores: crear espacios seguros e inclusivos, organizar un comité LGBTQI+ en cada escuela, luchar contra la homofobia e integrar temas LGBTQI+ en el plan de estudios. Es especialmente importante “discutir estos temas y meditar sobre ellos en el aula” y generar una atmósfera donde no haya lugar para “el miedo a hablar”. Todas estas acciones requieren una respuesta proactiva por parte de las escuelas y mayor pluralidad y diversidad, y no más inmovilismo y prohibiciones monocromas. Siempre tendremos preguntas sin respuesta, pero no debemos tener respuestas incuestionables.
Todos los seres humanos gozan de una rica experiencia sexual y de género y dejar de hablar de ello en el aula no lo va a cambiar, pero sí que va a limitar las posibilidades de aprendizaje. Incluir estudios LGBTQ+ en el viaje educativo de los alumnos puede ayudar a los menores a meditar más profundamente sobre sí mismos y a entender mejor su relación con los demás. Es muy difícil enseñar enmascarando la realidad, y es imposible hacerlo si la ocultamos. Pero, lo que es más importante, el proyecto de ley desgarra un principio básico de la educación: siempre hay que estar dispuesto a aprender.
Los críticos califican la propuesta de “peligrosa” ya que eliminará la escasa protección que actualmente gozan los menores