- La diplomacia europea intenta tomar la iniciativa en la crisis entre Rusia y Ucrania, un campo de batalla donde los dos pesos pesados, Francia y Alemania, buscan rebajar la tensión y alejar el fantasma de la guerra. "En vez de obligar (a los ucranianos) a cumplir con los Acuerdos de Minsk, Occidente lleva varios meses asustando al mundo con una presunta invasión rusa de Ucrania", informó un programa del canal Rossía-1. Ese será el tema de conversación que copará la agenda durante la reunión de mañana entre el presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo francés, Emmanuel Macron, según la televisión pública rusa. De los resultados que se obtenga esa interlocución se podrá realizar ya una fotografía realista de cómo están las cosas en la actualidad.
Las cartas ya están sobre la mesa. Macron intentará que el Kremlin escuche los argumentos de los países europeos, ya que durante las negociaciones de seguridad Estados Unidos y la OTAN han centrado casi toda la atención del Kremlin. De hecho, Macron ha sido durante la crisis ucraniana el principal interlocutor de Putin, al menos en número de conversaciones telefónicas, por delante del líder estadounidense, Joe Biden. El líder francés propone un "nuevo equilibrio" para mantener la paz y la seguridad en el continente, en especial de los vecinos de Rusia, y también atender a las preocupaciones del Kremlin por la expansión de la OTAN. En todo caso, para alcanzar su objetivo tendrá que hilar muy fino. En Ucrania no ha sentado muy bien que viaje primero a Moscú y después a Kiev. Y los bálticos y Polonia echan en falta una mayor coordinación de posturas.
Con quien sí habló Macron fue con el primer ministro británico, Boris Johnson, que estuvo hace unos días en Kiev. El mensaje fue que la diplomacia es la prioridad, aunque con las sanciones en la recámara. Dar un paso en falso podría abocar a una guerra, una opción que parece disgustar a todos loa actores internacionales. En todo caso, y pese a los llamamientos a la unidad en el seno de la Unión Europea y la OTAN, no todos los países europeos están dispuestos a socorrer a Ucrania en caso de guerra. Es el caso de varias naciones de Europa del este. Así lo dejó claro en Moscú el primer ministro de Hungría, Víctor Orbán, y el domingo el presidente checo, Milos Zeman.
En París ven una ventana de "flexibilidad" por parte de Putin, quien aún no ha dicho su última palabra en caso de que EEUU y la OTAN se nieguen a ofrecerle garantías de seguridad. Con todo, Putin dejó claro el pasado viernes en su reunión con el líder chino, Xi Jinping, que no está dispuesto a hacer muchas concesiones en su enfrentamiento con la OTAN por su política de puertas abiertas. El próximo discurso sobre el estado de la nación, para el que aún no hay una fecha instalada en el calendario, según el Kremlin, sería una buena tribuna para que Putin ponga los puntos sobre las íes o cruce definitivamente Rubicón. Así, la rueda de prensa que se celebrará después del encuentro Putin-Macron demostrará si la ofensiva diplomática gala es para la galería o hay opciones de deshielo y, por consiguiente, de compromiso de desescalada rusa. Esa cita, que se lleva a cabo mañana, dará buenas pistas en cuanto al camino que adoptará el conflicto.
Mientras tanto, el canciller alemán, Olaf Scholz, viajará primero a Washington para reunirse también mañana con Biden en su primera visita a EEUU. Y después recibirá en Berlín a los países bálticos antes de visitar dentro de una semana Kiev y Moscú, por ese orden. En todo caso, ambas potencias europeas -Francia y Alemania- quieren potenciar el formato de Normandía, hasta ahora la única plaza de reunión entre Putin y el líder ucraniano, Volodímir Zelenski. En caso de fracaso de ambos países, que podría darse si todo se tuerce, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha ofrecido Estambul como sede de un futuro encuentro entre ambos mandatarios.
Sea como sea, la senda diplomática europea está llena de trabas. Y tiene un complejo camino aún por recorrer, si bien los presidentes europeos está convencidos en ello. Mientras los diplomáticos descartan la inminencia de una invasión rusa, la prensa occidental insiste en que Kiev no aguantará "ni dos días". El Washington Post informó de que Rusia ha emplazado en la frontera el 70 por ciento de las tropas y equipos necesarios para una invasión, que calcula que dejaría 50.000 muertes y unos cinco millones de refugiados. Citando fuentes oficiales, este medio asegura que Moscú ha incrementado en las últimas dos semanas hasta 83 el número de batallones tácticos, con 750 hombres cada uno, a lo que hay que sumar una veintena de buques de desembarco rusos en el mar Negro.
El embajador ruso en EEUU, Anatoli Antónov, no dudó en tachar de "basura" dichas informaciones y abogó por unas relaciones de "buena vecindad" con el pueblo ucraniano. El alemán Bild también recoge un supuesto plan de adhesión de Ucrania, donde Moscú colocaría un Gobierno títere en caso de una exitosa invasión. Mientras Macron arranca concesiones a Putin antes de viajar a Kiev, los ministros de Exteriores de Francia, Jean-Yves Le Drian, y Alemania, Annalena Baerbock, viajarán mañana a Ucrania. En una clara muestra de apoyo, ambos ministros se desplazarán al este del país para inspeccionar el Donbás, escenario de un conflicto desde 2014. Al tiempo que Alemania se resiste a suministrar armas a Ucrania, a Kiev llegó ayer armamento estadounidense y canadiense, al igual que un destacamento británico de fuerzas especiales con 100 hombres para instruir a los militares locales. Berlín mantiene que la llegada de armamento europeo puede ser contraproducente, pero sí se ha mostrado dispuesto a bloquear el gasoducto Nord Stream 2 tendido por Moscú en caso de una intervención militar rusa.
Macron
Macron se entrevista hoy con Putin. El galo intentará que el Kremlin escuche los argumentos de los países europeos. El presidente francés tratar de que el conflicto entre rusos y ucranianos se desarrolle por la vía de la diplomacia.
Scholz
El canciller alemán, Olaf Scholz, viajará primero a EEUU para reunirse con Biden. Será su primer encuentro en suelo norteamericano. Después hará lo propio con los países bálticos en Berlín antes de visitar en una semana Kiev y Moscú, por ese orden.