- El Gobierno británico atribuyó ayer la cascada de dimisiones de las últimas horas en Downing Street a la purga que el primer ministro, Boris Johnson, se comprometió a llevar a cabo ante sus diputados para tratar de pasar página al escándalo del Partygate, las fiestas durante la pandemia. Un portavoz oficial de Johnson indicó que las marchas del secretario privado del primer ministro, Martin Reynolds, el jefe de personal de Downing Street, Dan Rosenfield, y el director de Comunicación del Gobierno, Jack Doyle, se decidieron de “mutuo acuerdo”.
Reynolds ha estado en el centro de la polémica desde que se aireó un correo en el que invitaba a cerca de cien personas a una reunión en el jardín de la residencia de Johnson en mayo de 2020. Doyle ha aparecido en las filtraciones sobre el escándalo entre asistentes a una de las fiestas, mientras que Rosenfield era el responsable último de la plantilla cuando se celebraron esos eventos.
Entre las cinco dimisiones hasta ahora en el equipo de Johnson, la que aparentemente sorprendió a Downing Street fue la de la jefa de Política del Ejecutivo, Munira Mirza, una de las asesoras más cercanas al primer ministro durante los últimos 14 años. Mirza argumentó que su continuidad era insostenible debido a un comentario que Johnson lanzó en el Parlamento contra el jefe de la oposición, el laborista Keir Starmer, a quien acusó sin fundamento de no haber hecho lo suficiente para condenar a un conocido acusado de pederastia cuando era director de la Fiscalía de Inglaterra. Ayer se produjo una quinta dimisión en Downing Street, la de Elena Narozanski, una asesora experta en educación, cercana a Mirza, que no desveló los motivos de su marcha.
Pese a los esfuerzos de Johnson por superar el Partygate, se mantiene sobre él la amenaza de que su propio partido convoque una moción de confianza sobre su liderazgo. En el centro de su estrategia a corto plazo para tratar evitar un motín interno está su promesa de renovar a su equipo más cercano y crear mecanismos para que los diputados conservadores tengan más influencia en las decisiones políticas de Downing Street.
Algunos medios estiman que 20 diputados han enviado ya una petición formal para convocar ese voto, que se celebraría si lo piden al menos 54 parlamentarios tories. El recuento, no es público, por lo que existe gran incertidumbre sobre el nivel real de peticiones. El diputado por Newcastle Aaron Bell fue el último que se sumó ayer al goteo de anuncios de los últimos días por parte de parlamentarios conservadores que reclaman oficialmente una moción de confianza.
Johnson perdería la moción si al menos 180 votaran en su contra, lo que le apartaría del Gobierno y abriría un proceso de primarias entre los conservadores para designar a un sucesor. Un miembro de su gabinete aseguró ayer al diario The Times, que no revela su identidad, que en su opinión el primer ministro tiene un 50 % de posibilidades de sobrevivir al frente del Ejecutivo. “Existe la sensación de que esto es el final, se está desmoronando”, afirmó.
Entre las principales figuras que tratan de acelerar la caída de Johnson se encuentra Dominic Cummings, antigua mano derecha y cerebro de la campaña del Brexit de 2016, que cayó en desgracia y fue despedido en noviembre de 2020.
Empleados. Johnson reunió ayer a cerca de 80 empleados del Ejecutivo en Downing Street, y varias decenas más a través de videoconferencia, para explicar los últimos movimientos de personal. Reynolds, el secretario privado del primer ministro que hizo ayer pública su dimisión, estaba presente en el encuentro, según los medios. En su alocución, Johnson citó a uno de los personajes de la película El rey león para transmitir a los trabajadores que “el cambio es bueno”, confirmó más tarde un portavoz oficial. Además, Johnson anunció que el diputado conservador Andrew Griffith dirigirá desde ya la unidad de Política de Downing Street.