- Rusia había conseguido evitar que Ucrania cayese bajo la órbita económica europea, pero, con la huida de Yanukovich, había perdido la influencia en el Gobierno ucraniano. La respuesta no tardó en darse. En marzo la región de Crimea, anexionada en 1954 por Kruschev a Ucrania, proclamaba su separación de Ucrania, para más tarde adherirse a Rusia.
En abril, mientras el nuevo Gobierno ucraniano firmaba acuerdos con la UE, el FMI y hablaba de permitir ejercicios de la OTAN en territorio ucraniano, se inició una sublevación en la región del este más cercana a Rusia, el Donbás. Esta región, de mayoría prorrusa, no sólo apreciaba en la revolución del Maidán una traición a sus lazos con Rusia, también veía en el acercamiento a Europa una amenaza a su futuro económico, ya que su industria y su minería dependía de las relaciones con Rusia.
La sublevación triunfó en las regiones de Lugansk y Donetsk, que se autoproclamaron repúblicas independientes del gobierno de Kiev. La reacción del gobierno ucraniano no pudo evitar la pérdida de estos territorios ante la inferioridad del ejército ucraniano ante el ruso que apoyaba a los rebeldes. La guerra del Donbás, terminó tras los acuerdos de Minsk en tablas. Los territorios rebeldes no se incorporaron a Rusia pero tampoco se hallaban bajo el dominio ucraniano. A finales de 2020 la tensión bélica volvió a primera plana con la movilización por parte de Rusia de 100.000 soldados en la frontera ucraniana. Para los ucranianos interpretaron estas maniobras como la antesala de una invasión rusa de su país.
¿Pero qué es lo que busca Rusia en Ucrania? Como Putin no para de repetir, tras la disolución de la URSS, EEUU prometió no incluir a las zonas del antiguo espacio soviético en la OTAN. Los movimientos de acercamiento de Ucrania a la UE y a la OTAN suponen una línea roja que Moscú no está dispuesta a permitir que los occidentales crucen. Una Ucrania con armamento de la OTAN sería para Putin un riesgo inasumible. Sin olvidar que actualmente el gas ruso que se vende a Europa pasa por Ucrania, a la espera de que el nuevo gasoducto ruso que evite esta vía sea aprobado por la UE, cosa que no está del todo claro que vaya a ocurrir.
En definitiva, lo que se juega en esta partida es si un país independiente y soberano como es Ucrania debe supeditar su política exterior a las necesidades defensivas de su vecina Rusia. Para Rusia está claro, ellos deben poder influir en el futuro de Ucrania debido a su posición estratégica en la defensa de su territorio. Para Ucrania, ellos deberían tener derecho a decidir su ingreso o no en la OTAN, al margen de las presiones de terceros. Un dilema que parece difícil solventar y marca el destino de dos naciones unidas por la historia que parecen ser incapaces de no chocar y que en este nuevo episodio incluso podrían arrastrar al resto del mundo a una nueva Guerra Fría.