-Los militares sudaneses pusieron ayer punto y final a una transición democrática de poco más de dos años, durante la cual compartieron el poder con los civiles en una experiencia singular en el mundo árabe, hasta que hace un mes la relación entre ellos se agrió por una intentona golpista. Los militares disolvieron el Gobierno del primer ministro, Abdalá Hamdok, que fue arrestado junto a su esposa y otros ministros y representantes políticos civiles, tal y como confirmó el ya disuelto Gobierno. Pocas horas después de los arrestos, el presidente del Consejo Soberano, máximo órgano de poder del proceso de transición, el general Abdelfatah al Burhan, disolvió el Consejo de Ministros encabezado por Hamdok.
Al Burhan también suspendió algunos artículos de la Constitución transitoria, que fue firmada en agosto de 2019 por los militares y los civiles, y en la que sentaron las bases del reparto de poder durante 39 meses hasta la celebración de elecciones democráticas, previstas para 2024.
La protesta por el golpe saltó a la calle y al menos tres personas murieron por heridas de bala en las manifestaciones. "Se ha confirmado la muerte de un tercer mártir por disparos de las fuerzas del consejo militar golpista", anunció en su página de Facebook el Comité Central de Médicos de Sudán, que añadió que los heridos superaban el centenar.
El Ejército aceptó compartir el poder con las principales fuerzas políticas y grupos civiles que habían participado en la revuelta popular contra el dictador Omar al Bashir, derrocado en abril de 2019 por sus propios compañeros de armas tras varios meses de protestas en las calles. El Consejo Soberano estaba integrado por once miembros, cinco de ellos militares y otros cinco civiles, además de uno seleccionado por acuerdo de todas las partes, con una presidencia rotatoria, que en los pasados más de dos años estuvo ocupada por Al Burhan.
Las tensiones entre los dirigentes civiles y militares han estado presentes en el periodo transitorio, hasta que el pasado mes de septiembre hubo una intentona golpista que hizo que ambas partes se lanzaran acusaciones directas y recriminaciones, y desató un conflicto abierto. El pasado 21 de septiembre el Ejército anunció que había abortado un golpe de Estado por parte de soldados y oficiales rebeldes, que fue atribuido por Hamdok a "remanentes" del régimen de Al Bashir de dentro y fuera de las Fuerzas Armadas.
Tras la intentona, el primer ministro dijo que era necesario "reformar los órganos militares y de seguridad", lo que provocó el enfado de los líderes castrenses y la interrupción de las comunicaciones entre las dos partes.
La Casa Blanca pidió la "liberación inmediata" del primer ministro Hamdok. "Estados Unidos está profundamente alarmado por las informaciones sobre una toma de control militar del Gobierno de transición" en Sudán, afirmó la portavoz adjunta de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierret.
El presidente del Secretariado de la Unidad Africana, Moussa Faki Mahamat, pidió la "reanudación inmediata de consultas entre civiles y militares". El representante de la ONU para Sudán, Volker Perthes, pidió "restaurar el orden constitucional", mientras que la Organización para la Cooperación Islámica expresó su inquietud. Asimismo, el representante de Política Exterior de la UE, Josep Borrell, mostró "su gran preocupación".