- La toma del poder por parte de los talibanes anticipa un escenario muy complicado para la sociedad civil, pero especialmente para las mujeres. El extremismo talibán tiene en el foco a las féminas y a su libertad. Tanto es así, que ya antes de que llegasen a Kabul se empezaron a tapar imágenes occidentalizadas y ahora se espera una auténtica persecución.
Durante estos últimos años, los talibanes han destinado esfuerzos a tratar de lavar su imagen, hasta el punto de que uno de los representantes en las negociaciones de paz con el Gobierno, Suhail Shaheen, aseguró a la cadena británica BBC que quieren que las mujeres tengan acceso a educación y empleo. “Respetaremos los derechos de las mujeres”, prometió el portavoz, que ya ha anticipado restricciones como que las mujeres deberían vestir al menos hiyab, un velo que cubre la cabeza y el pecho y deja el rostro descubierto.
Desde Afganistán llegan testimonios de temor de mujeres que, como Zeb Hanifa (nombre falso), temen perder las “alas” que lograron con sus estudios superiores y sus trabajos. “Estoy devastada. No sé si podré volver a trabajar o a hacer todo lo que quiera”, lamenta en declaraciones a la BBC.
Trabajar fuera del hogar.
Actividades fuera de casa no acompañadas por su marido.
Cerrar tratos con comerciantes hombres.
Ser tratadas por doctores masculinos.
Estudiar en escuelas, universidades y demás instituciones educativas a partir de los 8 años.
No vestir el burka de la cabeza a los pies.
No ir acompañadas por su marido.
Mostrar los tobillos si no quieren recibir azotes en público.
Hablar o estrechar la mano a otro hombre que no sea su marido.
Mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio, bajo pena de lapidación pública.
Usar cosméticos, a riesgo de que les sean amputados los dedos si se pintan las uñas.
Hablar o reírse en voz alta.
Ir en taxi sin su marido.
Tener presencia en radio, televisión o cualquier reunión pública.
Practicar deporte y acceder a cualquier centro o club deportivo.
Montar en bici o moto.
Llevar ropa de colores vistosos.
Reunirse en festividades con propósitos recreativos.
Que haya calles o plazas cuyo nombre incluya la palabra ‘mujer’.
Acceder a los baños públicos.
Lavar ropa en ríos o en plazas públicas.
Asomarse al balcón de su casa.
Que haya alguna ventana en casa que no sea totalmente opaca.
Que los sastres tomen medidas a mujeres y cosan ropa femenina.
Viajar en el mismo autobús que los hombres.
Usar pantalones acampanados.
Fotografiar o filmar a mujeres.
Publicar imágenes de mujeres en libros y revistas o colgarlas en casas o tiendas.
Escuchar música.
Ver películas.
Celebrar el año nuevo.
Tener un nombre no islámico.
Volar una cometa.