- Birmania se encuentra al borde del colapso económico tras el golpe de Estado, con unas previsiones de caída del PIB de hasta un 20%, en medio de una brutal represión de la junta militar, riesgo de guerra civil y un movimiento de desobediencia que ha parado los bancos y la Administración.
Dos meses después del levantamiento militar del 1 de febrero que acabó con el Gobierno electo de Aung San Suu Kyi, el país se encuentra en una situación de caos con protestas diarias, huelgas de trabajadores y una violencia de las fuerzas de seguridad, que ha dejado más de 570 civiles muertos y que ha generado una ola de sanciones internacionales. “Las tensiones en Birmania han aumentado significativamente en el mes de marzo, con el Ejército intensificando el uso de fuerza letal contra manifestantes y civiles. Creemos que la elevada inestabilidad social en el país paralizará todos los aspectos del PIB”, señaló este lunes Fitch Solutions.
El Banco Mundial tampoco hizo el mes pasado un pronóstico muy esperanzador y habló de una contracción del 10% para 2021 respecto al crecimiento esperado.
Birmania, uno de los países más pobres del Sudeste Asiático, se abrió a las inversiones extranjeras en 2011, cuando comenzó la transición democrática y desde entonces vivió un rápido crecimiento. “La economía de Birmania no es grande, pero ha tenido un buen desempeño en los últimos años. Entre 2011 y 2018, el PIB mantuvo un promedio de crecimiento real del 7% anual”, señaló el analista jefe de Asia pacífico de Moody’s Analytics, Steve Cochrane.
La debacle no parece importar a la junta militar, que no repara en imponer medidas represivas como los asesinatos de civiles, el bombardeo de zonas controladas por las guerrillas que apoyan a los manifestantes y el bloqueo de internet, lo que está teniendo también un impacto en la cada vez más decisiva economía digital.
La brutalidad de la junta birmana ha desencadenado además una oleada de sanciones económicas de potencias occidentales como EEUU, el Reino Unido y la Unión Europea.