adie ha hecho más por la victoria electoral de Biden que Rudy Giuliani. La patética rueda de prensa del 7 de noviembre frente a un sex shop y a un crematorio de Philadelphia parecía insuperable, pero la audiencia sobre fraude electoral celebrada en Michigan el miércoles 2 de diciembre la ha superado con creces. Tras el surrealista testimonio de la testigo estrella que declaró en un notorio estado de embriaguez, otro de los testigos explicó que, dado que "todos los chinos se parecen", era muy difícil identificar a los votantes aunque mostraran la documentación. Todo esto generó carcajadas en la sala, y Giuliani cerró este esperpéntico capítulo dejando escapar dos sonoras flatulencias ante los representantes del gran estado de Michigan. El abogado ha vuelto a batir récords de audiencia, hasta el punto de que el representante Darrin Camilleri ha tenido que confirmar oficialmente que ambos pedos sí ocurrieron y que los videos nunca fueron editados.
El corolario de la magnífica chapuza legal de Giuliani es que la corte suprema ha rechazado la súplica presentada por su equipo legal para revocar la victoria electoral de Biden en Pensilvania sin siquiera admitirla a trámite, en un tiempo récord de 34 minutos, y por unanimidad. La corte también ha desestimado la demanda presentada por el estado de Texas en tiempo récord. Después de 46 demandas desestimadas, Biden será finalmente elegido presidente y Harris vicepresidente por el colegio electoral mañana lunes 14 de diciembre.
Pero, ¿quiénes son estos 538 electores y cuál es su historia?
Alexander Hamilton y James Madison pensaban que era preciso evitar "el tumulto y el desorden" que provocaría dar voz y voto al pueblo y defendieron que la elección indirecta del presidente era una "expresión plena y justa de la voluntad pública", una alternativa a la elección directay a la elección en el congreso (sistema parlamentario que rige en numerosos países europeos). Así, el artículo segundo de la constitución prescribe que los presidentes no sean elegidos directamente por el pueblo. Esto supone un grave déficit democrático, ya que la arquitectura política de una democracia se fundamenta en la idea de que todos los ciudadanos son iguales ante la ley y, por tanto, igualmente probos, igualmente eficaces. Según este principio, nadie tiene derecho a delegar ninguno de sus derechos, y la voluntad popular no necesita ni apoderados ni intermediarios.
La idea original de Hamilton era elegira "electores libres", que posteriormente se reunirían y elegirían de forma racional e independiente al presidente. No obstante, la aparición de los partidos políticos cambió este planteamiento y la mayor parte de los estados adoptaron un sistema según el cual el partido político con el mayor número de votos sería responsable de elegir a todos sus electores, esto es, los "librepensadores independientes" o "diputados deliberantes" de Hamilton se convirtieron en lo que el juez Robert H. Jackson describió como "lacayos políticos" obligados a votar por el candidato de su partido. El número de representantes en el colegio electoral es igual al número de senadores -dos por estado- más el número de diputados en la cámara de representantes. El distrito de Columbia, que no tiene representación con derecho a voto en el congreso, tiene tres votos. Actualmente hay 538 electores de modo que se necesitan 270 votos para ganar las elecciones presidenciales.
Inicialmente se registraron graves problemas para elegir al presidente. Así ocurrió en 1800. El Partido Demócrata-Republicano ganó las elecciones y los electores eligieron a Thomas Jefferson y Aaron Burr, que obtuvieron 73 votos cada uno, pero sin especificar quién seríapresidente o vicepresidente. El Partido Federalista aprovechó la ocasión para votar por Burr, simplemente porque Jefferson era el favorito del Partido Demócrata. La cámara de representantes tuvo que decidir y se registraron 36 votaciones hasta que el representante federalista de Delaware, James A. Bayard, se abstuvo permitiendo la elección de Jefferson. Como consecuencia de este grave incidente el congreso aprobó la decimosegunda enmienda, ratificadaen 1804.
A fin de afianzar este sistema, la corte suprema dictaminó en julio de 2020 que los estados pueden exigir a los miembros del colegio electoral que apoyen al ganador del voto popular. En la actualidad, treinta y dos de los cincuenta estados de la Unión prohíben "la infidelidad electoral" de los electores.
En suma, el voto que emite el votante estadounidense tiene el nombre de un candidato, pero es el partido político del candidato que ha obtenido el mayor número de votos el que elige a los electores del estado. Los partidos eligen libremente a estos electores como un premio a sus méritos, y son ellos los que votan. Por lo general, los secretarios de estado presiden la reunión que tiene lugar el en capitolio estatal y, con una sala llena de electores de un mismo partido, no hay debate, por lo que las reuniones del colegio electoral suelen durar menos de una hora, y en ocasiones no más de 20 minutos.
Es un sistema muy desacreditado. Tal como leemos en la página web de los archivos nacionales, "en los últimos 200 años se han presentado en el congreso más de 700 propuestas para reformar o eliminar el colegio electoral. Ha habido más propuestas de reforma constitucional sobre el cambio de colegio electoral que sobre cualquier otro tema. La American Bar Association ha criticado al colegio electoral como arcaico y ambiguo y una encuesta ha mostrado que el 69% de los abogados estaba a favor de abolirlo en 1987". Es aún peor, por lo general el colegio electoral ha elegido al candidato conel mayor número de votos populares, pero este sistema ha permitido en cinco ocasiones (1824, 1876, 1888, 2000 y 2016) la victoria del candidato con el menor número de votos.
Históricamente, la reunión del colegio electoral no pasa de ser una formalidad a la que se presta poca atención mediática, pero los esfuerzos de Trump y Giuliani por pervertir las elecciones lo han convertido en un foco de atención mediático. Pero esto es algo que Trump está a punto de perder.
Tal como anunció el Washington Post el viernes, con cerca de 53,4 millones de seguidores, además de en la Casa Blanca, Trump ha gobernado en Twitter durante los últimos cuatro años, usando este medio para anunciar políticas, despedir a funcionarios, mentir y, fundamentalmente, hacer dinero. En julio perdió 204.000 seguidores y más de 300.000 a partir del 17 de noviembre. Y Trump está muy preocupado, ya que éste es el motor que alimenta su campaña de recaudación de fondos para "rectificar el fraude electoral". Tanto es así que invitó al presidente de Twitter Inc., Jack Dorsey, a la Casa Blanca, para preguntarle por qué había perdido seguidores.
En octubre, Trump declaró que "Twitter ha eliminado a muchas personas de mi cuenta y, lo que es más importante, aparentemente han hecho algo que hace que sea mucho más difícil unirse: han sofocado el crecimiento de tal modo que es obvio para todos. Hace unas semanas era un cohete, ¡ahora es un dirigible!".
En esto pierde el tiempo Trump. Entre tanto, con 302.042 fallecimientos, USA lidera el ranking mundial de muertes por covid-19 sin que el presidente haya expresado nada sobre este hecho desde el 4 de noviembre.