l recuento de los votos no ha terminado en Estados Unidos, pero una nueva carrera electoral con el control del Senado en juego está en marcha desde antes incluso de que los medios proclamaran presidente a Joe Biden.
Debido a la ley del estado de Georgia, si ningún candidato alcanza el 50% de las papeltas, los dos más votados deben enfrentarse en una elección especial. Esta circunstancia se ha dado en las dos carreras del Estado y la casualidad ha querido que tengan el poder de determinar quién controlará el Senado.
Aún quedan por declararse los vencedores de las elecciones al senado en Carolina del Norte y Alaska, pero salvo sorpresa mayúscula, los republicanos ganarán ambas. Esto dejaría el Senado con 50 escaños republicanos y 48 demócratas.
Si los demócratas ganaran las dos elecciones especiales empatarían a votos con los republicanos y el voto especial de la vicepresidenta electa Kamala Harris le daría ventaja a la hora de aprobar legislación.
El sistema político de EEUU es un sistema bicameral por lo que para aprobar gran parte de la legislación es necesario que esta tenga un auspicio favorable de la Cámara de los Representantes y el Senado.
Durante los dos últimos años de la presidencia de Trump, los demócratas controlaron la Cámara de Representantes, lo que forzó al Gobierno a negociar algunas de sus medidas y bloquear otras como el paquete de estímulos económico para luchar contra la pandemia.
Además, el Senado tiene atribuciones especiales como la de confirmar los jueces del Tribunal Supremo a propuesta del presidente, por lo que, si un juez del Supremo fallece o deja el cargo y el Senado está controlado por los republicanos, Biden debería pactar con al menos algunos senadores de este partido para aprobar a su candidato.
Por ello, las elecciones que enfrentan a los senadores republicanos Kelly Loeffler y David Perdue frente a los demócratas Raphael Warnock y Jon Ossof pueden ser claves en el desarrollo de la presidencia de Biden. A priori, tanto Loeffler, que el pasado martes venció a otro aspirante republicano que optaba a representar al partido en esta segunda vuelta, como Perdue parten como favoritos, pero el escenario podría cambiar.
Hasta el momento, ningún medio ha decretado aún el ganador a nivel presidencial porque Trump y Biden están separados por menos de 10.000 votos, lo que anticipa que la carrera senatorial podría estar igualmente reñida. Por ello, los candidatos no esperaron siquiera a saber quién sería el presidente para comenzar sus campañas de recogidas de fondo.
El demócrata Warnock lanzó un vídeo satírico con un mensaje en el que alertaba a los votantes de las “mentiras” y “los anuncios negativos contra nosotros que vienen” en esta segunda vuelta. Su compañero de partido Ossoff llamó a derrotar al “desgraciado senador David Perdue” el próximo 5 de enero como reclamo. Ambos recibieron el apoyo de la exalcaldesa de Atlanta y una de las demócratas más reputadas a nivel nacional, Stacey Abrams, en este primer intento de animar a los votantes demócratas a invertir en sus candidaturas.
Los republicanos también trataron de movilizar a sus bases desde el jueves. Loeffler comenzó a pedir donaciones en un tuit en el que aseguraba que competía con “uno de los demócratas más radicales del país”. Senadores republicanos como el texano Ted Cruz o el representante por Ohio, Tom Cotton también se involucraron en la campaña buscando recaudar fondos en un llamamiento del que también se ha hecho eco Trump Jr. Warnock, Loeffler como Perdue recaudaron más de 20 millones de dólares (16,8 millones de euros) de cara al 3 de noviembre, mientras que Ossof recaudó por sí mismo más de 30 millones (25,2 millones de euros), según la organización especializa en donaciones a políticos Open Secrets, unas cifras que volverán a incrementarse en el camino al 5 de enero.