El presidente chino, Xi Jumping, quiere emular a Mao e incluso superarle. Ha incorporado a la constitución del Partido Comunista Chino (PCch) su propio "pensamiento". Algo que solo había hecho el líder de la Revolución y fundador de la República Popular china. Su longevidad en el cargo apunta a superar al Mao, no en vano hizo cambiar la Constitución para poder ser reelegido indefinidamente.

Pero ni la Gran Muralla puede encerrar la ambición de Xi. Muchos recuerdan sus palabras en el congreso del PCch en 2017 en las se ponía como reto lograr que para 2049 China fuera el líder mundial. Algo que EE.UU. entendió como un desafío que ha llevado a un continuo enfrentamiento entre ambas potencias. Últimamente con el COVID-19 como campo de batalla.

Precisamente es el coronavirus el gran protagonista de la reunión anual de la Asamblea Nacional Popular (ANP). Por un lado, el descontento que ha causado en la población la gestión de la crisis sanitaria y por el contrario la "victoria" frente al virus que tratará de rentabilizar el régimen.

Los miembros de la asamblea analizarán lo sucedido y anuncian la toma de medidas para que no vuelva a ocurrir algo similar. Estudiarán qué ha fallado, cómo prevenirlo y la forma de fortalecer el sistema de salud. Con esto quieren contentar a quienes han criticado su gestión. Y todo eso deberán realizarlo en una miniasamblea ya que el virus ha dejado en una semana una reunión que acostumbraba a durar diez días.

LA LARGA MARCHA DE LA CRISIS

También en el sistema de capitalismo de Estado chino, la crisis sanitaria abre paso a la crisis económica. Y su peor consecuencia, el paro. Prohibido en el comunismo, no lo está el régimen chino.

La economía emergente china ha provocado un éxodo masivo, ilegal en muchos de los casos, del campo a las grandes ciudades. Y es en las zonas industriales donde el paro, que ya se había vuelto endémico, puede alcanzar las más altas cotas del régimen de Xi. China necesitaría crear imperiosamente unos diez millones de puestos de trabajo.

El líder chino acude esta asamblea con su popularidad tocada. Primero fue Hong Kong y la guerra comercial con EE.UU. Y ahora es la pandemia. Por cierto, esta Asamblea tratará la situación de la excolonia británica con la aprobación de una "nueva ley de seguridad" para acabar con las protestas.

El COVID-19 podría haber acabado con unos cuatro millones de empleos en una economía que estaba acusando los efectos de la guerra comercial, a pesar de que Trump no ha materializado la mayoría de sus amenazas.

Esta situación de incertidumbre es una ventana de oportunidad para los rivales del gigante asiático y endurecer su postura frente a Pekín, siempre y cuando la pandemia no les haya golpeado con igual dureza. No obstante, a EE.UU., que ve amenazada su hegemonía, no le queda otra opción y deberá intentarlo.

Tump mandaba un mensaje a los 3.000 delegados que se reúnen en Pekin, acusando de nuevo al Gobierno chino de responsable de la pandemia y amenazando con la denuncia ante los tribunales. La justicia norteamericana podría dar soporte jurídico a una salvaje guerra económica fuera de las reglas de la Organización Mundial de Comercio.

Xi acude a la cita para rentabilizar su "éxito" contra el virus en términos de imagen interna. Lo que está por ver es si da alguna pista sobre cómo va su intento de asalto al liderazgo económico mundial.

Si no hubiera sido por esta pandemia, el foco estaría en la elaboración de un código civil, el primero en la historia de la República Popular. Un texto que deberá abordar cuestiones como la propiedad, la herencia, los contratos, la familia o el matrimonio. Eso sí, "desde los principios socialistas".