Trípoli - A escasas horas de darse por hecho la tregua en Libia, el Gobierno de Acuerdo Nacional apoyado por la ONU en Trípoli -el GNA- denunció la muerte ayer de uno de sus soldados en un bombardeo de las fuerzas bajo el mando del mariscal Jalifa Hafter, hombre fuerte de Libia y tutor del Ejecutivo no reconocido en Tobruk, lo que sería una flagrante violación del alto el fuego que entró en vigor anteanoche.
Según el coronel Mohamad Guenenu, portavoz de las fuerzas del GNA, el soldado murió durante un supuesto ataque con drones en la localidad de Ain Zara, en el estratégico cinturón rural del sur de la capital. A causa de este presunto bombardeo Fayez al Serraj, se reunió ayer en Estambul con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, para analizar la situación. Una reunión de dos horas y media a puerta cerrada, que finalizó sin un comunicado.
El alto el fuego, propuesto por Turquía y Rusia, los dos países abiertamente más implicados en el conflicto de Libia, pretende poner fin a nueve meses de combates que han segado la vida de más de 1.500 personas (casi 300 de ellas civiles), han causado heridas a más de 15.000 y han obligado a cerca de 100.000 a abandonar su hogares y convertirse en desplazados internos.
Excepto por ese ataque y otro similar en una aldea cercana, el cese temporal de hostilidades fue ampliamente respetado ayer. Además del alto el fuego, ambos contendientes han aceptado negociar la vuelta a la mesa de negociación, aunque el Gobierno en Trípoli ha puesto como condición que las tropas de Hafter regresen a las posiciones previas al 2 de enero, cuando se recrudecieron los combates. Sin embargo, según indicaron a Efe fuentes de seguridad próximas al mariscal, el Ejército del este no es proclive a retirarse de las zonas conquistadas, ya que se amenaza la seguridad de la ciudad de Misrata, aliada del GNA, y le conceden ventaja estratégica.
Cumbre internacional Analistas internacionales coinciden en señalar que, tras los acontecimientos de las dos últimas semanas, el conflicto en Libia parece seguir el patrón del que ensangrienta Siria, donde Rusia y Turquía se han repartido las áreas de influencia apoyando a grupos a priori enfrentados.
La eventual solidez del alto el fuego es también la condición puesta por los mediadores internacionales para celebrar en las próximas semanas en Berlín una cumbre internacional destinada a tratar de recuperar el fallido plan de paz propuesto por la ONU. La convocatoria fue anuncia por la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente ruso, Vladímir Putin, tras varios días de intensos contactos con las partes implicadas y viajes cruzados a Roma, Argel y El Cairo.
La mayoría de los países árabes se opone al despliegue de Turquía, que se ha topado con el rechazo de Argelia y Túnez a utilizar su territorio. - Efe