Hong Kong - Manifestantes levantando barricadas, calles cortadas, servicios de transporte suspendidos y una fuerte represión por parte de la Policía, incluyendo el arresto de más de 80 personas, es el balance que deja la histórica huelga general convocada ayer en Hong Kong para exigir reformas democráticas.
Los manifestantes marcharon por siete distritos de la ciudad, paralizándola desde la una del mediodía y llegaron a asediar al menos cinco comisarías de Policía, lo que provocó que los agentes trataran de dispersarlos mediante el uso de gas lacrimógeno.
Ellos, por su parte, se defendieron primero con paraguas y escudos improvisados, y ya entrada la noche algunos prendieron fuego a papeleras a pocos metros de los agentes.
Su objetivo, crear el caos para atraer la atención de los efectivos policiales y moverse hacia el siguiente objetivo. También lanzaron piedras y huevos a las fachadas de las comisarías para mostrar su ira contra lo que consideran un excesivo uso de la fuerza por parte de la Policía durante los últimos dos meses.
De hecho, el cuerpo confirmó que solamente ayer detuvo a 82 personas por delitos como “revuelta, manifestarse ilegalmente, agredir a agentes, obstruir su trabajo y poseer armas ofensivas”. Estas detenciones se suman a las del pasado fin de semana; la cifra total de arrestos desde que comenzaron las protestas el pasado 9 de junio supera ya el medio millar.
Los manifestantes lograron paralizar múltiples partes de la ciudad, que vivió su primera huelga desde 1967, mediante el bloqueo de túneles y la ocupación de calles en zonas tan emblemáticas como el distrito del Almirantazgo. La Policía les advirtió en repetidas ocasiones que cesasen su “actividad ilegal” y se retirasen de las calles, pero éstos respondieron desplegando pancartas contra el Gobierno y coreando eslóganes pidiendo libertad para Hong Kong.
La huelga tuvo un amplio seguimiento en el sector del transporte y dejó líneas de metro y autobuses sin funcionamiento, así como retrasos y cancelaciones de vuelos en el centro financiero. Sin embargo, el caos se apoderó por momentos de la metrópolis asiática, y aunque los medios locales llegaron a hablar de que la mitad de los hongkoneses se habían unido a la protesta, mucha gente no lo hizo, lo que provocó enfrentamientos entre los viajeros descontentos y los manifestantes.
“Me he unido a la huelga porque estoy muy descontento con la ineptitud del Gobierno y la brutalidad de la policía en los últimos dos meses. Han trastocado mi vida. Nada comparado con que un día se interrumpan los servicios de transporte”, comentó a Efe Jon Mak, creativo de una agencia de publicidad.
Entretanto, la jefa del ejecutivo hongkonés, Carrie Lam, no se desvió ni un ápice de anteriores intervenciones. En rueda de prensa, Lam alertó de la violencia que “ha ido aumentado”, que “las protestas han ido más allá de la propuesta de ley de extradición” y que la magnitud de las manifestaciones “ha minado seriamente el imperio de la ley en Hong Kong, llevando a la ciudad al límite”.
El objetivo de la huelga, en origen, era presionar al Gobierno para que retirara la controvertida propuesta de ley de extradición que, según abogados y activistas, habría permitido a Pekín acceder a “fugitivos” refugiados en la cuidad. Las demandas ahora incluyen la retirada completa del texto “suspendido”, una investigación sobre la brutalidad policial y el sufragio universal.