WASHINGTON. "Estoy muy de acuerdo con lo que están haciendo con respecto a la inmigración y la inmigración ilegal, e incluso en inmigración legal", afirmó Trump al recibir en la Casa Blanca al primer ministro italiano, Giuseppe Conte.

Trump remarcó que el Ejecutivo italiano "ha tomado un posición muy firme en la frontera", algo que "muchos otros países en Europa deberían hacer también", añadió.

En medio de las tensiones con los socios de la Unión Europea (UE), el presidente estadounidense dejó claro que considera el nuevo Gobierno en Roma como su principal aliado al otro lado del Atlántico.

El Ejecutivo italiano ha lanzado una política de férreo control migratorio, impulsada por su controvertido ministro de Interior y líder de la ultraderechista Liga Norte, Matteo Salvini, que ha provocado disputas en el seno del bloque comunitario.

Trump aprovechó la visita de Conte para insistir en que el Congreso de EE.UU. apruebe los fondos exigidos para construir el muro en la frontera con México, al subrayar una vez más que "un país sin fronteras no es un país".

"Desde luego que estaría dispuesto a considerar un cierre (del Gobierno federal) si no logramos una seguridad fronteriza apropiada", afirmó Trump, después de un fin de semana en el que reiteró su amenaza de permitir la suspensión de la Administración federal.

Hasta hora, el Congreso ha dado luz verde a 1.600 millones de dólares para el muro fronterizo, uno de los proyectos estrella de Trump durante su campaña, muy lejos de los 25.000 millones que ha pedido.

El próximo 30 de septiembre se cumple el plazo para que el Congreso acuerde un nuevo presupuesto, y Trump ya ha advertido de que no tiene problema en dejar que se llegue a un cese de la Administración si los legisladores no ofrecen una propuesta que incluya una partida para reforzar la seguridad fronteriza y reformar el sistema migratorio.

Por otro lado, el presidente sorprendió hoy en sus declaraciones con su inesperada disposición a reunirse con el presidente iraní, Hasan Rohaní, "sin condiciones previas" tras el incremento de las tensión bilateral en las últimas semanas.

"Ciertamente me reuniría con Irán si quisieran reunirse. No sé si están preparados todavía, ahora están teniendo dificultades", dijo Trump, quien celebro a comienzos de junio una histórica cumbre en Singapur con el líder norcoreano, Kim Jong-un, otro de los tradicionales adversarios de Washington.

Esta mano tendida contrasta con el tono subido de las recientes amenazas mutuas a medida que se acerca la fecha de la entrada en vigor de las sanciones estadounidenses contra Teherán, que se prevén para principios de agosto.

"Nunca más vuelva a amenazar a Estados Unidos o sufrirá consecuencias que pocos han sufrido en la historia antes", escribió todo en letras mayúsculas Trump en su cuenta de Twitter hace unos días a su homólogo iraní.

Rohaní, por su lado, ha avisado a EE.UU. de que empezar un conflicto con Irán supondría "la madre de todas las guerras".

Desde su llegada a la Casa Blanca, Trump ha sido un crítico frontal del Gobierno de Teherán y este año anunció su salida del acuerdo nuclear multilateral firmado en 2015 junto a Rusia, China, el Reino Unido, Francia y Alemania.

Las nuevas sanciones estadounidenses, divididas por sectores de actividad en dos tandas, entran en vigor en agosto y en noviembre próximos, y amenazan con hundir la ya maltrecha economía iraní.