en vísperas de los dobles comicios -parlamentarios y presidencial- celebrados ayer, Meral Aksener se situaba como la rival más temible del presidente Erdogan.

Lo era porque le podría haber obligado a una 2ª vuelta por falta de mayoría absoluta en las urnas y le podría haberle dejado un Parlamento ingobernable de conseguir restarle escaños al MHP (Movimiento Nacionalista), su antiguo partido y permanente aliado parlamentario del AKP desde que este gobierna.

Hoy por hoy, todo esta a favor de Erdogan y su AKP, pero si la situación financiera del país sigue agravándose, la votación podría cambiar totalmente. Tanto más, si se tiene en cuenta que ya el plebiscito para adoptar un sistema presidencial lo ganó Erdogan con el 51% de los votos tras haber triunfado en las generales del 2015 con el 61%.

Y ¿quién es la señora Aksener? La definición mejor es quizá la de: “una inteligente, ambiciosa e intuitiva política terriblemente aburrida”. Porque esta mujer nacida en 1956, licenciada en Historia, diplomática de carrera, dedicó los mayores esfuerzos de su vida a la política. Mejor dicho, a encaramarse lo más alto posible en el entramado político.

Así, fue ministra de Interior (1996/7) en el Gobierno DYP - Refah hasta que el Ejército lo derribó en febrero del 1997. Entonces se enfrentó públicamente a los generales con la suficiente prudencia para no acabar en la cárcel. Ingresó luego en el MHP, partido que abandonó tanto por protesta contra la alianza con un AKP cada vez más islamista? ¡y porque en el 2016 no consiguió arrebatarle la dirección del MHP a Bahceli, el líder sempiterno del partido! Entonces lideró a un grupo de afiliados laicistas opuesto a la alianza con el AKP y fundó el partido Iyi (en turco “partido bueno”) con la meta de devolverle a Turquía una democracia parlamentaria y una ideología laicista.

Naturalmente, tanta ambición y pugnacidad exige algunos sacrificios ideológicos. De enemiga declarada del generalato que la echó del poder con todo el Gobierno en 1997, ahora se proclama vehemente partidaria del Ejército republicano, albacea político de Atatürk, encargado de vigilar los Gobiernos. Su actual apuesta por los militares es tan fuerte que la mantiene incluso a sabiendas de que en caso de un desempate con Erdogan, esa apuesta le podrían enajenar los votos kurdos que seguramente hubieran sido decisivos

Laicista proclamada, alardea de haber peregrinado a la Meca “pero sin cubrirse ni un segundo la cabeza”. Y como el voto femenino es importante, prometía abrir un museo de pañuelos anatolios usados por la mujeres de esa región para cubrirse la cabeza según las normas islámicas.

Política de equipo y buena organizadora, no se fía de casi nadie y carece de negros que le escriban los discursos o le preparen los debates públicos. Y sigue tozudamente redactándolos ella misma, pese a que todavía no se conoce a nadie que no se haya aburrido mortalmente escuchando sus peroratas.