Londres - La primera ministra británica, Theresa May, hizo ayer un último esfuerzo por recuperar el control y proyectar eficacia tras las críticas a su gestión y nuevas discrepancias con la Unión Europea (UE) en la negociación del Brexit. En declaraciones desde Canadá, donde asiste a la cumbre del G7, May anunció que prevé reunir a sus ministros después del Consejo Europeo del 28 y el 29 de junio para concretar una propuesta de acuerdo de salida del Reino Unido de la UE.

May convocará al gabinete en su residencia oficial campestre de Chequers al término de la cita de los líderes comunitarios en Bruselas, en la que, dijo, se hablará de “finalizar el acuerdo de salida pero también de la futura relación”.

“Después de eso, reuniré a mis ministros en una jornada en Chequers para finalizar el libro blanco que tenemos intención de publicar y entonces, antes de que el Parlamento se disuelva por el verano, introduciremos el proyecto de ley de Comercio y Aduanas en la Cámara de los Comunes, y en todo ese tiempo continuarán las negociaciones”, explicó la jefa del Gobierno.

El pasado mayo, el ministro británico para el Brexit, David Davis, adelantó la publicación de un libro blanco, “el documento más importante editado sobre la UE desde el referéndum” de 2016, en el que presumiblemente se precisará la posición del Reino Unido para el acuerdo bilateral con los Veintisiete.

May trata de retomar las riendas de su liderazgo tras unos recientes desacuerdos con Davis y ser criticada en una conversación privada por su ministro de Exteriores, Boris Johnson, partidario de un Brexit duro, que deseó ver más “agallas” en las negociaciones con Bruselas.

“Los británicos quieren que ejecutemos el Brexit y estoy en ello, y haciendo exactamente eso, y lo hago porque hay un premio al final de todo esto, que es un futuro brillante para el Reino Unido en control de nuestras leyes, nuestro dinero y nuestras fronteras”, declaró en Canadá la primera ministra. May reconoció que Johnson tiene opiniones fuertes pero añadió que ella “también”, y recordó que “nadie dijo que esto iba a ser fácil”.

En Londres, Nigel Farage, eurodiputado y exlíder del casi extinto partido eurófobo UKIP, principal promotor de la salida británica de la UE durante décadas, advirtió ayer de los peligros de no mostrar más dureza ante la UE. “Quizás acabaremos en una situación peor que la actual, sin tener libertad para desregular, sin libertad para salir al mundo y firmar nuestros propios acuerdos, no controlaremos nuestras fronteras y continuaremos aceptando reglas de Bruselas”, vaticinó

Farage dijo que la UE sabe que May no está dispuesta a dejar las negociaciones sin acuerdo, lo que a su parecer debilita su posición, y opinó que “no es la líder adecuada”, pues otro dirigente más proBrexit “lo convertiría en un éxito”.

profundas divisiones May sigue afrontando profundas divisiones en su gabinete sobre la futura relación con la UE, y el jueves hubo de aceptar la presión de Davis para poner una fecha límite, hasta diciembre de 2021, al plan de contingencia para asegurar la invisibilidad de la frontera con Irlanda después del periodo de transición y hasta que haya un tratado definitivo Londres-Bruselas.

Sin embargo, tras esa crisis interna, el negociador jefe comunitario, Michel Barnier, tumbó ayer, sin rechazarlo del todo, el plan británico, al juzgar inviable que todo el país permanezca en la unión aduanera tras ese periodo transitorio de 21 meses posterior al Brexit, que se ejecutará el 29 de marzo de 2019.

El Gobierno tory encara además la semana próxima la última fase de la tumultuosa tramitación parlamentaria del proyecto de ley de salida de la UE, en el que los lores han introducido multitud de enmiendas que ahora analizarán los diputados antes de decidir si aprueban el texto.