Londres - La primera ministra británica, Theresa May, intentó ayer en Westminster defender a toda costa su decisión de atacar Siria sin previa aprobación parlamentaria alegando que su decisión fue “legal y moralmente correcta” con el fin de evitar “más sufrimiento humano”. Para la líder conservadora hay “pruebas claras” de que el gobierno de Al Asad estaba detrás del supuesto ataque con armas químicas en Duma y alegó haber quemado todos los canales diplomáticos antes de dar luz verde al ataque aéreo junto a Estados Unidos y Francia, ya que entendió que no había otra alternativa a las “acciones limitadas y cuidadosamente dirigidas”. De hecho, volvió a recalcar que el uso de armas químicas no podía ser “normalizado: ni en Siria ni en ningún otro lugar del mundo, insistiendo en que el ataque era una “mancha para la humanidad”.
Durante su esperada intervención en Westminster, May recalcó que las autoridades sirias intentaron “ocultar los hechos, respaldadas por los rusos” y dejó claro que su principal objetivo era degradar la capacidad del régimen para llevar a cabo más ataques “indiscriminados”, en lugar de intentar derrocarlo. Además, tiene claro que haber esperado a una nueva resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas habría sido inútil. Si bien los primeros ministros del Reino Unido no necesitan legalmente consultar al Parlamento antes de lanzar una acción militar como la de Siria, sí que lo han venido haciendo desde la invasión de Irak en 2003, cuando Tony Blair ejercía como primer ministro británico.
May insistió en que era de interés nacional del Reino Unido actuar y resaltó que no lo había hecho porque Donald Trump se lo hubiese pedido, sino porque “era lo correcto”, respondiendo así a los que la acusan de asentir a cualquier petición que llegue de Washington.
Una respuesta que no contentó al jefe de la oposición, Jeremy Corbyn, para quien el Gobierno de May debe ser “responsable ante este Parlamento y no a los caprichos del presidente de los Estados Unidos”. El líder laborista pidió la publicación del asesoramiento legal del gobierno en su totalidad que le llevó a tomar esta decisión, y no parcialmente, como se hizo durante la tarde del sábado.
Corbyn cree que es “altamente probable” que el régimen de Al Asad esté detrás del ataque químico del pasado 7 de abril, pero apuntó a que los inspectores de armas deben continuar su trabajo antes de tomar una decisión. Sin embargo, no todo su grupo parlamentario está de acuerdo con su postura, su compañero de filas Mike Gapes, le refrescó la memoria, recordándole que los laboristas intervinieron con ataques aéreos contra Iraq en 1998, en Sierra Leona y para evitar la limpieza étnica en Kosovo, y que en ninguna de esas ocasiones hubo aprobación de la ONU.
Mientras el debate se prolongaba en Westminster, varios cientos de personas protestaban a sus puertas pidiendo que Reino Unido parase sus acciones militares en Siria. Además hubo otras dos concentraciones en Bristol y Exeter, organizados por el grupo Stop the War, contrario al ataque con más de 100 misiles de la madrugada del sábado.