París - El Gobierno francés y los sindicatos ferroviarios se lanzaron ayer mensajes cruzados, en un pulso que se anuncia largo, durante la segunda jornada consecutiva de paro de trenes, que de nuevo se tradujo en millones de personas afectadas en sus desplazamientos.

El portavoz del Ejecutivo galo, Benjamin Griveaux, insistió en que “la transformación” de la compañía estatal de ferrocarriles SNCF se hará “hasta el final, con calma y una gran determinación”. Griveaux aseguró que esta reforma “no es ni un símbolo ni un trofeo” y que debe efectuarse porque el país “ha esperado demasiado y es urgente acabar con los inmovilismos”.

La reforma anunciada por el Gobierno pretende modificar los estatutos en la empresa para recortar unos costes que considera “desorbitados” y “una deuda fuera de control” e incluye una modificación en el estatuto laboral de los empleados de la SNFC, quienes gozan de un sistema de pensiones mucho más favorable que el régimen general de la Seguridad Social debido a que están obligados a trabajar tanto las noches como los días festivos.

Por su parte, la ministra francesa de Transporte, Elisabeth Borne, se quejó de la posición de las centrales de persistir en los paros cuando ella ha puesto en marcha una “concertación” que todavía va a durar un mes y ha hecho concesiones al retrasar los plazos para la apertura a la competencia de las líneas regionales y de cercanías. “El Gobierno respeta el derecho de huelga, pero también está atento a que se respete el derecho de todo el mundo a desplazarse, a ir a trabajar”, señaló. - Efe