Vitoria - “Nosotros somos inmigrantes, cuando habla de un mexicano, al final está hablando de todos los que no son como él”. Roberto Guerenabarrena lleva viviendo en Estados Unidos treinta años y se toma muy personalmente los insultos y ataques a la comunidad inmigrante que el presidente Donald Trump ha llevado a cabo durante su primer año de mandato.

Como Guerenabarrena, maestro de secundaria, otros tres vascos residentes el país coinciden en señalar la cuestión migratoria como uno de los principales puntos negros del actual gobierno. “Es una persona prepotente, arrogante, deshonesta, irrespetuosa, que insulta a todos aquellos que no son como él. Siempre hace las cosas de cara a sus votantes, pero en realidad no ha hecho nada mas que revolver y crear un ambiente de tensión nacional e internacional. Es beligerante y un demagogo”, se queja Guerenabarrena, a quien preocupa especialmente el hecho de que “está dando alas a racistas y xenófobos”.

Según Iker Arranz, profesor de estudios vascos en la Universidad de California, “Trump es la cabeza visible, pero el problema de este país son las millones de personas que votaron por él”. “Antes, con Obama, parecía que ese país no existía, pero Estados Unidos es también un país con un segmento de población racista, con mentalidad del siglo XIX... Ése sí que es un problema grave, no los tuits que puede poner un señor de 70 años”. Arranz reconoce que hay preocupación entre el sector inmigrante y hay un mayor interés general por la política, aunque “no hay cambios sustanciales en el día a día”. “Pasar, no ha podido implementar muchas medidas que tenía en su agenda”, sostiene.

Xabier Irujo reconoce que “la situación en general es terrible, pero no ha sido tan malo como podía haber sido, podía haber empezado a construir el muro con México, podía haber empezado una guerra con Corea, podía haber sido muchísimo peor de lo que ha sido”. Irujo, director del Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Nevada, apoyó a Bernie Sanders en las pasadas elecciones presidenciales, “eso da una idea de dónde estoy y lo que hay ahora representa todo lo contrario”. Vasco de la diáspora, este profesor residente en Reno se muestra preocupado por la sanidad, la educación y los impuestos, aunque “en Nevada hay dos cuestiones que nos tocan muy de cerca: la inmigración y el tiroteo (del pasado octubre en Las Vegas, en el que murieron 59 personas)”. En Nevada, el 20% de la población es inmigrante, principalmente mexicanos o de origen mexicano. “Cuando ganó Trump, algunos de los compañeros de nuestros hijos empezaron a no venir más a clase. Preguntamos y resulta que, en algunos casos, la policía empezó a acercarse a los colegios y a preguntar si los padres de determinados alumnos tenían papeles. Y siguiendo la pista de los hijos cogieron a los padres. Lo cierto es que los colegios han colaborado más con los padres que con la policía y ahora no hay tanto problema”, explica Irujo, a modo de ejemplo. “Algunos de los que han desaparecido no sabemos si es porque se han ido a otra ciudad o los han cogido. Sabemos de personas que han sido detenidas y, a las 24 horas, ya estaban en la frontera, con la prohibición de entrar en el país en diez años, con lo que eso supone. Hay familias rotas, parejas rotas”, lamenta. “Algunos consultaron con abogados y les dijeron que la forma de solucionar el problema era alistarse en el Ejército, así obtendrían los papeles”.

Pero el discurso antiinmigrante de Trump no solo ha afectado a los indocumentados. Durante este año, el director del Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Nevada se ha encontrado problemas administrativos para contratar a personal extranjero, “el proceso es muchísimo más lento que antes”, explica.

Por otro lado, tras el tiroteo de Las Vegas, perpetrado por un único tirador con armas automáticas, el profesor reconoce que “todos esperábamos una reacción fuerte de ambas cámaras de la Casa Blanca, pero no ha ocurrido absolutamente nada”. De hecho, se muestra preocupado porque en la Universidad de Boise, en Idaho, “se votó a favor de que los alumnos pudieran portar armas en el campus”.

Esperanza Markel Bilbao vive desde hace cinco años en Washington DC, donde trabaja en un sindicato. “Tengo sentimientos entrados -asegura-, por un lado es el peor de los tiempos, pero por otro lado, durante este año, se han visto muchas señales que invitan al optimismo”. Bilbao se refiere a las movilizaciones sociales que han tenido lugar tras la victoria de Trump. “Todas las locuras que está haciendo su administración ha despertado a mucha gente que antes no estaba motivada para actuar contra estos racistas, estos egoístas y avariciosos. Hoy se cumple un año de la marcha de las mujeres, desde entonces ha habido muchas acciones por los derechos de los inmigrantes, las minorías étnicas y las mujeres”, apunta.

Lo peor de este primer año de mandato de Trump para este joven vasco de 36 años ha sido “cómo se está tratando a los inmigrantes documentados e indocumentados y lo que está haciendo respecto al medio ambiente”. “Los efectos se van a ver pronto”, advierte. Washington DC, su ciudad de residencia, “es muy progresista y la gente está haciendo todo lo posible para que su vida no cambie”, explica.