Rangún - El papa Francisco llegó ayer a Birmania en uno de sus viajes más comprometidos, donde se encontrará una Iglesia que le ha recomendado prudencia a la hora de referirse a la persecución de la minoría musulmana rohinyá y que apoya fuertemente a la jefa del Gobierno, Aung San Suu Kyi, pese a las críticas internacionales. Sin embargo, los líderes de la comunidad islámica van a pedir al Papa que interceda en favor de la perseguida minoría musulmana.
“Le diré que pida a las autoridades que resuelvan el problema rohinyá”, adelantó Al-Haj U Aye Lwin, quien es el coordinador del Centro Islámico de Myanmar y que hoy se reunirá con el pontífice en el marco de un encuentro con líderes religiosos locales. “Las autoridades escuchan al Papa como a un amigo”, dijo Aye Lwin, miembro de la comisión formada por el ex secretario general de la ONU Kofi Anan para promocionar la paz y el desarrollo en el estado de Rakain, hogar tradicional rohinyá en el oeste birmano.
Aye Lwin destacó la importancia de la reunión que el Papa ya mantuvo ayer, cuando estaba prevista para el jueves, con el jefe del Ejército birmano, el general Min Aug Hlaing, arquitecto de la operación que desencadenó el drama rohinyá y que aún sigue en marcha en Rakáin.
El Vaticano definió la reunión como “una visita de cortesía” al jefe del Ejército, que controla los ministerios de Defensa, Interior y Fronteras. El jefe del Ejército aseguró que durante la entrevista con el Papa afirmó que “todas las religiones son de paz” y que “no existe ninguna discriminación entre los grupos étnicos del país”. Explicó al pontífice que el deseo de los militares es que haya paz y tranquilidad.
Esa incursión militar -que ha incluido desde fines de agosto la muerte de cientos de personas, violaciones múltiples, la quema de pueblos y cultivos, y el exterminio del ganado de esa minoría- ha obligado a más de 620.000 rohinyás a buscar refugio en Bangladesh. El vecino país es la segunda y última escala del viaje del pontífice, en un intento de mediar entre Bangladesh y Birmania, que la pasada semana firmaron un Memorándum de Entendimiento para la repatriación de los refugiados rohinyá.
La ausencia de censo de esa comunidad, a la que Birmania no reconoce la ciudadanía por considerarla “bengalí” -y por tanto, extranjera-, y el rechazo de los desplazados a dejar Bangladesh, son escollos que impiden llevar a cabo a corto plazo esa repatriación. Y el objetivo es que ambos países acuerden los términos de un regreso en condiciones que sean aceptables para los refugiados. “El Santo Padre puede acelerar el acercamiento entre las partes”, dijo el presidente de la Conferencia Episcopal birmana, el obispo Felix Lian Khaen Thang, que no descartó la mediación papal.