Sarpul Zahab/Teherán - El Gobierno de Irán se centró ayer en el reparto de ayuda a los damnificados por el terremoto del domingo pasado, que causó 530 muertos y más de 7.800 heridos, en medio del descontento de los afectados por su desoladora situación. Al lugar de la tragedia, la provincia occidental de Kermanshah, acudió el presidente iraní, Hasan Rohaní, para supervisar de cerca las labores de socorro y visitar a los heridos.
Rohaní aseguró que el Gobierno hará todo lo posible para brindar asistencia en cuanto a medicamentos y productos de primera necesidad, así como alojamiento a los damnificados. “Trataremos de reparar los daños causados por el desastre en el menor tiempo posible”, dijo el presidente, quien también prometió préstamos a las personas que deben reconstruir sus hogares.
Varias poblaciones de Kermanshah, y en particular Sarpul Zahab, han quedado destruidas por el seísmo de 7,3 grados en la escala de Richter del pasado domingo, dejando en la calle a decenas de miles de personas. La situación sigue siendo crítica para los habitantes de las 30.000 viviendas destruidas o dañadas, que se preparan para pasar una tercera noche en tiendas improvisadas en los parques o en campamentos y edificios gubernamentales habilitados por las autoridades.
La Fundación de Vivienda de la Revolución Islámica será la encargada del proceso de reconstrucción, mientras que la Media Luna Roja, el Ejército y los Guardianes de la Revolución, entre otros, se dedican al reparto de tiendas de campaña, mantas y alimentos.
También los particulares se han volcado con esta tarea y con la donación de sangre para los heridos, pero los afectados no pueden ocultar su impaciencia y desesperación.
Junto a las ruinas de sus viviendas en Sarpul Zahab, la ama de casa Sahar se quejó de la falta de alimentos y de la actuación de muchos organismos: “Solo nos han ayudado los soldados”, afirmó. Un trabajador de la Media Luna Roja, que prefirió guardar el anonimato, explicó que “la planificación fue muy mala” y que el suministro de tiendas de campaña y otras ayudas recayó en el Ejército y en los Guardianes.
Incluso el jefe de los Servicios de Emergencia, Pir Hosein Kolivand, reconoció a la televisión estatal que “la urgencia ahora es proporcionar soluciones a los problemas de calefacción, vivienda y comida”.
finalizada la búsqueda Entretanto, las operaciones de búsqueda y rescate entre los escombros y el traslado de heridos a los hospitales se dieron prácticamente por finalizadas, lo que permitió a algunos vecinos recoger sus pertenencias. Sin embargo, no todos tuvieron la misma suerte. Mehraban, madre de dos hijos, dijo que su casa está destruida y que no ha podido entrar a sacar “ni una manta” para protegerse de las bajas temperaturas nocturnas. “Nosotros queremos que nos ayuden, ni siquiera nos dan de comer y nuestros hijos se quejan y gritan de hambre”, lamentó Mehraban, quien también expresó su dolor por la gran cantidad de familiares, vecinos y conocidos fallecidos por el seísmo. Y es que ayer seguía habiendo escenas muy dramáticas en Sarpul Zahab, como la de una chica de 14 años abrazando a su hermana de 4 para consolarla por la pérdida de sus padres.
La cifra de víctimas mortales se ha ido incrementando con el paso de las horas y con el avance de las tareas de retirada de escombros, y ha pasado de 430 a 530 fallecidos. El Gobierno decretó el día de ayer jornada de luto nacional para honrar a las víctimas del seísmo, el más grave registrado en Irán desde 2003, cuando perdieron la vida 31.000 personas. Los terremotos en Irán son frecuentes y ayer mismo se produjo uno nuevo en la provincia de Lorestán, en el oeste de Irán y limítrofe con Kermanshah. Este seísmo, de 4,3 grados en la escala de Richter, no causó víctimas o daños materiales de importancia.
Confiando en que la tierra no vuelva a temblar, las autoridades seguirán afrontando el gran desafío de dar refugio y alimento a los damnificados, un tema planteado como prioritario en la agenda de la sesión del Ejecutivo de que tendrá lugar hoy en Teherán.