viena - Austria elige hoy un nuevo Parlamento en unos comicios que, adelantados tras la ruptura de la coalición gobernante, pueden abrir las puertas del poder a la oposición ultranacionalista.
Hasta hace pocos meses, el Partido Liberal (FPÖ) de Heinz-Christian Strache, de extrema derecha y euroescéptico, lideraba la intención de voto en todos los sondeos con un discurso xenófobo que se favorecía de los temores despertados en la población por la llegada de decenas de miles de refugiados en 2015 y 2016. Pero el conservador Sebastian Kurz, ministro de Exteriores, lo desplazó en mayo al segundo lugar tras asumir las riendas del democristiano Partido Popular (ÖVP), finalizar la alianza con los socialdemócratas del canciller federal, Christian Kern, y convocar elecciones legislativas anticipadas.
De cara a que 6,4 millones de votantes elijan a 183 diputados, Kurz, de 31 años y defensor de medidas contra la inmigración, es el favorito en los sondeos con el 33% en la intención del voto, seguido por dos grandes rivales, Strache y Kern, que se disputan el segundo puesto con entre el 25 y el 27%.
Kurz le ha dado un giro a la derecha a su partido, presentándolo como un movimiento nuevo y distanciado del estilo de sus antecesores, aunque con el apoyo de las poderosas figuras de esta formación. “El 15 de octubre es nuestra oportunidad de cambio”, declaró el viernes en el último acto de su campaña, tras prometer el fin al “abuso y la inmigración en el sistema social”.
El jefe de la diplomacia austriaca no esconde la similitud de sus propuestas con las de los ultranacionalistas. De hecho, se vanagloria de haber impulsado la prohibición del burka y el cierre de la “ruta de los Balcanes” para los refugiados. “El éxito de Kurz es el de una estrategia basada en la creación de una versión descafeinada del FPÖ”, resume Anton Pelinka, decano de los analistas políticos en Austria.
Tanto es así, que en uno de los últimos debates, Strache y Kurz compitieron por quién de los dos mantiene mejores relaciones con el controvertido primer ministro húngaro, el conservador Viktor Orbán, en una confrontación que por lo demás ha dejado claro que no tendrían problemas en gobernar juntos.
Strache, por su parte, se ha esforzado por alejarse del tono filonazi de su partido, fundado por antiguos nacionalsocialistas, y en las últimas semanas optó por un discurso más moderado. Parte de su estrategia es advertir del riesgo de una nueva edición de la coalición de populares y socialdemócratas, consciente de que la población está cansada de los choques de esos dos partidos, que han dominado la escena política austriaca desde 1945.
Además, el canciller federal ha prometido que si no gana hoy llevará a los socialdemócratas a la oposición, mientras que el resto de los partidos obtendrían porcentajes demasiado bajos para ser relevantes en las matemáticas de una alianza con mayoría, lo que daría cabida a que la extrema derecha integre un futuro gobierno liderado por Kurz.
Los austriacos podrán votar por diez partidos, aunque las encuestas ven sólo a seis con posibilidad de superar el umbral del 4% necesario para entrar en la Cámara: son, además de los socialdemócratas, populares y ultranacionalistas, la formación liberal Neos, la ecologista Los Verdes y la izquierdista Lista Pilz, escindida de la anterior. - Efe