El duelo entre el primer ministro nipón, Shinzo Abe, y la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike, domina la campaña electoral que comenzó ayer en Japón de cara a unos comicios nacionales que se celebran de manera anticipada el domingo 22 de octubre. La inscripción de alrededor de 1.200 candidatos que optan a los 475 escaños de la Cámara Baja del Parlamento nipón supuso el pistoletazo de salida de unas de las citas electorales más emocionantes de los últimos años del país asiático, debido a la repentina irrupción del partido de la gobernadora de Tokio. Abe y Koike, dos veteranos políticos y antiguos compañeros de partido, protagonizaron ayer los principales actos con los que comenzó la maratoniana campaña para los primeras elecciones generales desde diciembre de 2014.
El primer ministro de 63 años eligió la región de Fukushima, como hizo en las dos últimas elecciones, con el objetivo de resaltar los esfuerzos de su Administración en la reconstrucción de esa zona del noreste del país devastada por un terremoto y tsunami en marzo de 2011, que causaron una grave crisis nuclear. Por su parte, la gobernadora de Tokio y sensación mediática de estos comicios eligió la capital nipona para pedir a los ciudadanos que con su voto consigan acabar con “el dominio político de la formación de Abe en Japón”. El conservador Partido Liberal Demócrata (PLD) del primer ministro lleva en el poder los últimos cinco años disfrutando de una amplia mayoría y ha gobernado el país de manera casi ininterrumpida desde la II Guerra Mundial.
En esta cita electoral, muy centrada en asuntos domésticos como la subida del IVA, la reactivación de las centrales nucleares y la revisión de la pacifista constitución nipona, el PLD cuenta sin embargo con un nuevo contrincante que ha conseguido desbaratar el previsible panorama político nipón. La popular Koike, que se convirtió el año pasado en la primera mujer en ocupar el poderoso puesto de gobernadora de Tokio tras haber sido ministra de Defensa, anunció de manera repentina el lanzamiento del Partido de la Esperanza a finales de septiembre, que definió como “conservador, reformista y tolerante”. El anuncio se produjo solo a las pocas horas de que el primer ministro convocara unas elecciones un año antes de lo previsto, con el pretexto de revalidar su apoyo y fortalecer su Gobierno de cara a emprender reformas económicas y hacer frente a Corea del Norte. La gobernadora, de 65 años, que asegura que quiere “resetear” la política del país asiático y sacarlo de su “estancamiento económico y de su pérdida de competitividad a nivel internacional”, persigue repetir su éxito en la Asamblea de Tokio, donde ha arrebatado de manera humillante la mayoría al gobernante al partido de Abe. Tras unas intensas especulaciones, Koike anunció la semana pasada que, a pesar de ser la presidenta y rostro visible de la formación, no se presenta como candidata a estas elecciones y seguirá en puesto de regidora de la gran metrópoli nipona.
La decisión de la que fuera presentadora de televisión antes que política parece, según los últimos sondeos, que ha frenado el entusiasmo generado por su partido en un principio y que no conseguirá desbancar del poder al PLD. La falta de tiempo y previsión han jugado también en su contra, ya que ha tenido que buscar candidatos de manera acelerada y sumergirse en una campaña sin los fondos suficientes. Los analistas aseguran que precisamente Abe convocó de manera anticipada unos comicios que se deberían hacer celebrado en diciembre de 2018 para aprovechar el momento de debilidad y falta de organización de la oposición. La hasta ahora principal fuerza opositora Partido Democrático (PD), sumida en una profunda crisis tras varios pésimos resultados en comicios regionales y una lucha interna de poder, se ha escindido en una facción favorable a integrarse en partido de Koike y en otra más progresista y reacia a aliarse con la conservadora política.
Las últimas encuestas, realizadas antes de que comenzara oficialmente la campaña, muestran cómo Abe con alrededor de un 30% de los votos ganaría sin problemas aunque perdería la súper mayoría de la que goza con sus socios de Gobierno, los budistas de Nuevo Komeito. El partido de Koike, según la encuesta del diario Yomiuri, se situaría como segunda fuerza política con un 13% de los votos, mientras que el también recién creado Partido Constitucional Democrático de Japón, conseguiría un 7%, por delante del Partido Comunista, que obtendría alrededor del 5%.