londres - La primera ministra británica, Theresa May, intentó pararle los pies a su ministro de Asuntos Exteriores, Boris Johnson, después de que éste publicase una columna en la que la desafía con su plan para hacer del Brexit un éxito y volver a llevar el debate a que Londres invertirá 350 millones de libras semanales en la sanidad pública, una vez que se produzca la salida del bloque común.

Vista por muchos como la “falsa promesa”, Johnson no dudó en volver a sacar el tema a la primera línea informativa cuando faltan dos semanas para la conferencia anual del Partido Conservador en Manchester, en la que ambos está pensando que intervengan, y cuando quedan pocos días para que la primera ministra dé un importante discurso sobre el Brexit en Florencia. Precisamente este viaje es visto como un intento de desbloquear las conversaciones con Bruselas después de que se retrasara del 18 al 25 de septiembre el comienzo de la cuarta ronda de las conversaciones.

May insistió en que el Gobierno está unido por los principios que expuso en Lancaster House a principios de este año, que pasan por abandonar el mercado único europeo y la unión aduanera y buscando una nueva asociación especial con la UE. “Boris es Boris. Estoy segura de que lo que el Gobierno está haciendo y lo que el Gabinete está haciendo es que basamos nuestras negociaciones en los principios establecidos en Lancaster House”, reconocía la primera ministra, alegando la importancia de garantizar el acuerdo correcto para Reino Unido y mostrándose optimista de lo que pueden lograr para la isla en el futuro.

Si bien la postura de May pasaría por estar dispuesta a pagar hasta 10.000 millones de libras al año a la UE durante un período de transición de tres años, Johnson dejó en claro en su artículo en el diario conservador Daily Telegraph que cree que no se deben hacer pagos después del divorcio. En el caso de la ministra del Interior, Amber Rudd, le reprochó a su colega de la cartera de Exteriores de que trataba de actuar como un “conductor de asiento trasero”.

Más claro fue desde la Autoridad de Estadísticas del Reino Unido Sir David Norgrove, quien acusó directamente a Johnson de un “mal uso” de las cifras oficiales con su afirmación de que el Brexit pasaba por coger 350 millones de libras a la semana que supuestamente van destinadas a Bruselas y usarlas en el debilitado NHS. “La realidad es que año tras año, el dinero que el Reino Unido paga a la Unión Europea cambia debido a toda una variedad de factores”, reconoció May cuando se le preguntó quién tenía razón en la polémica, Norgrove o Johnson.

Esa polémica cifra fue colocada en autobuses por la campaña a favor del Brexit antes del referéndum del año pasado y que fue puesta en evidencia en numerosos estudios por su falta de credibilidad. Sin ir más lejos, Norgrove dijo que volver a usarla de nuevo era “un abuso grave de estadísticas oficiales”.

Apoyos dentro del gobierno El ministro de Medio Ambiente, Michael Gove fue uno de los primeros miembros del Gabinete que salió en apoyo de Johnson y twitteó que era “importante que la gente vea lo que Boris realmente escribió” en su artículo y el “debate debería ser de ahora en adelante mirando cómo hacer lo mejor de la vida fuera de la Unión Europea”.

Las cosas no se presentaron tranquilas ayer en Londres, donde Oliver Robbins, el máximo funcionario del gobierno para el Brexit, se anunció que pasaba a la oficina del gabinete. La prensa británica dice que hubo tensiones entre Robbins y el ministro encargado del Brexit, David Davis, y que con este movimiento May tendrá más control sobre las negociaciones con Bruselas, que empiezan su tercera ronda con pocas aspiraciones de conseguir buenos resultados.

Robbins asumirá un nuevo puesto de “coordinador” en el número 10 de Downing Street, tras decir varias fuentes que había dejado a Davis totalmente aparcado de la toma de decisiones y que no había una buena relación personal entre ambos. La salida del Robbins del citado ministerio es el capítulo más de una serie de cambios caóticos entre el personal del servicio civil que trata con el Brexit en su nivel más alto.

A principios de este año, Sir Tim Barrow tuvo que reemplazar a Sir Ivan Rogers como embajador del Reino Unido ante la UE, con este último advirtiendo que los ministros del gobierno de May se habían negado a escuchar o aceptar los consejos y la orientación de los funcionarios públicos.

Robbins continuaría liderando al equipo británico en las negociaciones de Brexit, pero confirmó que ya no trabajaría en el departamento de Brexit. “Para fortalecer la coordinación intergubernamental de la próxima fase de las negociaciones con la UE, la premier ha nombrado a Oliver Robbins como su asesor de la UE en la Oficina del Gabinete”, anunció el ministerio en un comunicado. Así, la primera ministra apostó por Philip Rycroft, para reemplazarle.

Desde la oposición, sir Keir Starmer, describía la situación como un “caos”, lamentando los cambios de personas clave un momento crítico que en su opinión dan a entender “profundas divisiones en el gabinete y una completa falta de liderazgo que están poniendo en riesgo el interés nacional”.