Dacca / Campo de Balukhali - Tras escapar del Ejército birmano, huir durante días bajo la lluvia y llegar a otro país a vivir en donde pueden, los rohinyás sufren ahora la amenaza de la enfermedad, según organizaciones de salud y la ONU, que alertan de que en los campos de refugiados puede haber una crisis sanitaria.

En Bangladés, Acnur, la Agencia de la ONU para los Refugiados, dijo estar cada vez más preocupada por la situación de más de 400.000 refugiados rohinyás que habrían llegado al país desde el 25 de agosto. En concreto, la oficina de la ONU en Bangladés elevó ayer a 412.000 los miembros de la minoría musulmana llegados al país desde Birmania (Myanmar) en las últimas tres semanas, 3.000 más que los registrados el sábado.

Con todo, esta nueva cifra supone la menor subida desde que el organismo comenzó a contabilizar a los refugiados. “Ayer se produjeron menos cruces en la frontera comparado con los días previos. Sin embargo, hay un incremento en la movilidad interna entre los campos improvisados y los campos de refugiados (los reconocidos) hacia los campos improvisados”, informó ayer el Grupo de Coordinación Intersectorial.

Acnur recordó a este diario que la violencia en el Estado de Rakhine, en Myanmar, durante las tres últimas semanas se ha convertido en una de las crisis de refugiados que más rápidamente se ha agravado en los últimos años. Ello ha creado enormes necesidades humanitarias en una zona de Bangladés que ya estaba afectada por anteriores flujos de refugiados y por las recientes inundaciones, y que no está equipada para hacer frente a tan elevado número de recién llegados.

Según informó Mª Jesús Vega, portavoz de Acnur en España, la distribución de materiales para construir refugios y de artículos domésticos de primera necesidad “tiene prioridad, dado que hay miles de recién llegados con dificultades para dar incluso con la más rudimentaria protección frente a los elementos. Muchas familias de refugiados rohinyás duermen al borde de carreteras y en la ribera de los ríos”.

Así, y pese a que las ONG y los propios habitantes de la bangladesí Teknaf están realizando un importante esfuerzo de acogida, las llegadas son tan masivas que no dan abasto, de forma que Médicos Sin Fronteras (MSF) alertó ayer de la precariedad y el riesgo que están atravesando los refugiados: “No estoy seguro que el mundo sea consciente del nivel o de la gravedad de la crisis aquí”, indicó a Efe el coordinador de Emergencia de MSF, Robert Onus, a unos pocos metros de la entrada del campamento de Balukhali.

Así, aunque es conocido que hay unas 400.000 personas que han llegado en un espacio de semanas, “además de los que estaban aquí antes, quizá no sea obvio que las condiciones para esta gente aquí son muy difíciles”, añadió Onus.

Por ejemplo, las condiciones meteorológicas no fueron ayer tan benevolentes como en los días anteriores y descargó durante el día una fuerte tormenta que sirvió de ensayo general de lo que se avecina si las condiciones empeoran. El responsable de MSF subrayó que las condiciones en los campamentos son “muy precarias”, con tiendas montadas con “una lona de plástico y unos palos de bambú” y sobre todo sin acceso a agua limpia y a baños. “Cuando combinamos todo eso llegamos a una situación en la que una epidemia es algo que puede pasar fácilmente”, dijo. De hecho, esta situación se ha venido repitiendo en los campamentos de sirios e iraquíes que iban llegando a las fronteras europeas en los dos últimos años, tal y como informó DEIA anteriormente.

colapso El número de refugiados que se alojan en asentamientos “espontáneos” sigue aumentando y se sitúa ya en 233.000, mientras que unos 158.000 se encuentran en campamentos preexistentes, detalló la ONU. Otros 21.000 rohinyás se encuentran en comunidades de acogida. La cara amable de estas noticias sería que “es patente la notable generosidad de parte de la comunidad bangladesí en Teknaf y en otros lugares, acogiendo a refugiados en sus hogares y compartiendo sus recursos con ellos”, narra Mª Jesús Vega.

La lluvia dificultó ayer que miembros de la Organización Mundial de la Salud y Unicef llevaran a cabo un dispositivo de vacunación de niños y niñas en los asentamientos espontáneos. La movilidad de los llegados a territorio bangladesí está “haciendo difícil proveerles de asistencia”, mientras que la distribución de suministros “de manera no coordinada está causando problemas de seguridad y congestión en las carreteras”, añadió la ONU.