Los atentados terroristas de este mes de agosto de Barcelona y Cambrils han recordado amargamente que la principal baza del fundamentalismo islámico es el odio y no los recursos económicos. Y es que la mayor fuerza de esos abanderados del odio es que constituyen una guerrilla de andar por casa, enormemente barata y al alcance de cualquiera por lerdo que sea. Basta con enrolar militantes ignorantes, fanáticos y fácilmente influenciables para poder llevar a cabo matanzas a precio de saldo...
Esto, que es casi una perogrullada, es el balance que han hecho los expertos en la lucha antiterrorista de todo el mundo a los quince años del más espectacular atentado terrorista cometido jamás : el de Al Qaeda en septiembre del 2011 contra las Torres Gemelas de Nueva York. Aquel mismo mes el presidente Bush emprendió una guerra financiera contra los fundamentalistas diciendo que “?el dinero es la savia de las operaciones terroristas?”
Consecuentemente, todas las grandes y ricas naciones industrializadas han hecho seguimientos y embargos de los capitales y transacciones bancarias sospechosos de ir a parar a las arcas de las organizaciones terroristas. La realidad es que hoy en día proliferan más organizaciones terroristas que nunca, están mejor financiadas que nunca por reducción de costos. Y hasta existe un Estado terrorista a caballo sobre territorios sirios e iraquíes -el Estado Islámico (EI)- enormemente rico y en constante declive militar que él solo dispuso el año 2015 de 1.700 millones de dólares en tanto (según estudios del King’s College de Londres) los EEUU, Israel y Arabia Saudí se incautaron ese mismo año de tan sólo 60 millones de dólares pertenecientes a entidades presuntamente vinculadas al terrorismo.
El fracaso financiero de la lucha occidental contra el terrorismo se debe a la misma estructura del terrorismo de hoy en día. Este es baratísimo desde un punto de vista operativo -ninguno de los grandes atentados perpetrados en Europa este y el pasado año costó más de 30.000 dólares cada uno-, no requiere grandes organizaciones y aprovecha cualquier voluntario, entrenado o no en el uso de armas y explosivos. Como puede verse, este terrorismo es una actividad primitiva cuya tecnología se saca de Internet, los materiales, de cualquier droguería y la militancia? la aportan la ignorancia, la marginación social y el odio.
Semejante reclutamiento de gente del montón, sin historial académico brillante, protagonismo social, ni méritos profesionales excepcionales hace prácticamente imposible a las fuerzas de seguridad emprender acciones preventivas ni detectar conspiraciones subversivas de ciudadanos que no se señalan por nada que permita sospechar de su vocación terrorista.
Además, el mismo control occidental de las transferencias bancarias a territorios básicos del fundamentalismo musulmán ha obligado a Al Qaeda y demás grupos súper radicales a financiarse en territorios donde muchas las operaciones monetarias se hacen al margen del mercado bancario -Somalia, Afganistán, Yemen e incluso Siria e Irak- y a descentralizar al máximo sus operaciones en todos los países donde está presente. Varios de los últimos terroristas fundamentalistas de Bélgica y Francia había logrado empréstitos personales de 3.000 euros o menos para organizar sus atentados. Transacciones de tan poco cuantía desafían todo control bancario sistemático, dado el número infinito de operaciones que habrían de ser cribadas diariamente en todo Occidente por los bancos.
Por último, una fuente menor de ingresos -menor, pero nada despreciable- del terrorismo proviene de la explotación de la delincuencia de siempre: contrabando, narcotráfico, chantaje, extorsión, etc... actividades delictivas que en el Tercer Mundo mueven grandes cantidades de dinero y que ni el primero ni el tercer mundo no han logrado jamás erradicar y en las que los terroristas se han introducido últimamente como grandes empresarios.