París - Los grandes perdedores de la primera vuelta de las legislativas francesas vivieron ayer una jornada de reflexión con la que tomar fuerzas para intentar evitar, el próximo domingo, el “monopolio” de La República en Marcha (LREM) en la Asamblea Nacional. Los socialistas, con un 9,5% de los votos, y los conservadores Los Republicanos (LR), con un 21,56%, dedicaron sus burós políticos a analizar un resultado en el que la abstención del 51,29%, un porcentaje récord desde el establecimiento de la V República en 1958, ha obligado incluso a los “macronistas” a tomarse el triunfo sin grandes exaltaciones.
“El equilibrio de poderes es importante”, dijo la dirigente conservadora y presidenta de la región parisina Valérie Pécresse tras un encuentro en el que su formación decidió incidir en la recta final de la campaña en la importancia del “pluralismo democrático”. Con una posible Asamblea en la que LREM obtenga entre 415 y 455 escaños del total de 577, “¿en qué instancia democrática estará la oposición?”, se preguntó Jean-François Copé, otro de los líderes de una formación para la que se prevé una horquilla de 70 a 110.
Si ese partido aspira a conservar el mayor número posible de diputados en la segunda ronda, los socialistas, debilitados tras cinco años de mandato y divisiones internas, intentan no tocar fondo vislumbrando un proceso a largo plazo de recomposición interna. “Estamos tirados, decapitados”, dijo ayer el exsecretario de Estado Thierry Mandon, para quien si quieren “ser creíbles en un proceso de reconstrucción, hay que comenzar a trabajar colectivamente sin buscar un hombre providencial”.
El PS, que podría batir su récord de apenas 57 diputados en 1993, echó parte de la culpa al cambio del sistema de votación en 2001, cuando el Gobierno del socialista Lionel Jospin impulsó que primero se celebraran las presidenciales y justo después las legislativas. Ese orden hizo que muchos franceses se abstuvieran este domingo al ver esa nueva convocatoria como accesoria, poco más de un mes después de que el socioliberal Emmanuel Macron se hiciera con la jefatura de Estado. “Somos víctimas de un monstruo que hemos creado nosotros mismos”, resumió Mandon.
No se libró tampoco de la introspección el ultraderechista Frente Nacional (FN), que el domingo acaparó el 13,2% de los votos, pero que en la segunda vuelta tendrá dificultades para llegar a los 15 diputados necesarios para formar grupo parlamentario debido a su habitual dificultad para lograr mayorías en las segundas vueltas.
Su secretario general y coordinador de la campaña de las legislativas, Nicolas Bay, eliminado en la primera vuelta, sugirió ayer que el partido dedique los próximos meses a interrogarse sobre su programa y organización.
La amplitud de la victoria augurada para LREM, muy por encima de los 289 de la mayoría absoluta, ha comenzado a despertar dudas sobre la dificultad de gestionar un grupo tan grande, en el que además muchos diputados ejercen su mandato por primera vez.
El portavoz gubernamental y secretario de Estado de Relaciones con el Parlamento, Christophe Castaner, destacó que “mentiría” si dijera “que no habrá disidentes, que todo irá bien y será maravilloso”, pero advirtió de que los diputados se han comprometido a aplicar el proyecto presidencial.