París - Más de 45 millones de franceses están llamados hoy a elegir entre dos modelos irreconciliables de país, en unas elecciones en las que el socioliberal Emmanuel Macron parte como claro favorito, pero cuyo resultado estará determinado por el nivel de participación. Si cerca del 80 % de los censados acuden a ejercer su derecho, como sucedió en la primera vuelta hace dos semanas, las encuestas auguran una holgada victoria por más de veinte puntos del centrista Macron frente a la ultraderechista Marine Le Pen.

Sin embargo, es una incógnita qué sucedería con una abstención alta acompañada por un aumento exponencial del voto en blanco, una circunstancia que se contempla por el rechazo que producen ambos candidatos en algunos sectores de la sociedad. La campaña más bronca que se recuerda tuvo como corolario, en la noche del viernes al sábado, el anuncio de que una ingente cantidad de documentos internos del movimiento En Marcha, fundado por Macron, han sido pirateados y difundidos por las redes sociales. Aunque el silencio obligatorio en la jornada de reflexión evitó que Le Pen pudiese utilizar políticamente la filtración de esos papeles, la noticia acabó de enfangar unos comicios que serán recordados por su acritud.

La única reacción del Frente Nacional (FN) llegó a cargo de su vicepresidente Florian Philippot, minutos antes de que llegara la medianoche y se impusiera la restricción, en un tuit en el que se preguntó: ¿Enseñarán los #MacronLeaks cosas que el periodismo de investigación ha callado deliberadamente?. En Marcha denunció que los archivos pirateados como correos electrónicos, documentos contables o contratos fueron obtenidos hace varias semanas “gracias al hackeo de direcciones de correo personales y profesionales de responsables del movimiento”.

Según el movimiento que el exministro de Economía creó hace ahora un año, los autores del pirateo hicieron circular documentos falsos junto a los auténticos para “sembrar la duda y la desinformación”. Para la campaña macronista, el robo es “una tentativa de desestabilizar las elecciones presidenciales”, a imagen de lo que “ya se vio en Estados Unidos en la última campaña”.

El pasado 26 de abril, En Marcha confirmó haber sido objeto de al menos cinco ciberataques realizados por profesionales y atribuidos al mismo grupo de piratas rusos, Pawn Storm, al que se responsabilizó de las filtraciones de correos de la campaña de la candidata demócrata en las elecciones estadounidenses, Hillary Clinton. En una reacción fulminante, la Comisión Nacional de Control de la Campaña Presidencial recordó a todos los ciudadanos, y especialmente a los medios de comunicación, que la difusión de los documentos pirateados puede implicar la “responsabilidad penal” de sus autores. Mientras, el todavía presidente François Hollande señaló que la agresión cibernética “no quedará sin respuesta”, al tiempo que admitió que existía el riesgo de que algo así sucediera, “pues ya ha ocurrido en otras partes”.

Las votaciones, que comenzaron ayer en los territorios franceses de ultramar y en los consulados galos en el continente americano, estarán rodeadas por excepcionales medidas de seguridad, en la línea de las que se desplegaron en la primera vuelta. Más de 50.000 policías y gendarmes, apoyados por los 7.000 militares movilizados en el marco de la operación antiterrorista Sentinelle, velarán por que la segunda vuelta de las presidenciales se desarrolle en “máximas condiciones de seguridad”. El ataque perpetrado por un supuesto yihadista el 20 de abril en los Campos Elíseos, en el que murió un policía, y la detención este viernes de un presunto radicalizado que pretendía atentar contra una base militar en Normandía mantienen en estado de alerta absoluta a las fuerzas de seguridad.