Estambul - El referéndum constitucional del domingo mantiene a Turquía en vilo, con ambos bandos haciendo los últimos esfuerzos para convencer a los indecisos y conseguir ese puñado de votos que puede faltar para la victoria. El Gobierno turco se ha involucrado a fondo en la campaña a favor de la reforma que entregaría al presidente todo el poder ejecutivo, ahora en manos del primer ministro, pero especialmente implicado está el propio jefe del Estado, Recep Tayyip Erdogan. El presidente, al que la Constitución vigente obliga a ser neutral y equidistante a todos los partidos, realiza todos los días dos y a veces hasta tres mítines en los que exhorta a sus seguidores a votar “sí” a la reforma, para así -dice- garantizar la estabilidad y grandeza de la nación.

En su discurso, todo adversario está alineado con “los terroristas”, ya sea la guerrilla kurda o la cofradía del predicador islamista exiliado Fethullah Gülen, al que Ankara acusa de instigar el fallido golpe de Estado de julio pasado. Erdogan acusó incluso a Kemal Kiliçdaroglu, líder del principal partido de la oposición, el Partido Republicano del Pueblo (CHP), socialdemócrata y laico, de “recibir órdenes de Pensilvania”, en referencia al estado de EEUU donde reside Gülen.

Tensión en las calles En este ambiente de tensión, hasta las palabras sí y no han adquirido todo un valor de posicionamiento político, social y hasta filosófico, como muestra el vídeo de una pareja a punto de casarse, que se ha vuelto viral en Internet. Ante la pregunta: “¿Quiere usted tomar a este hombre por esposo?”, la novia responde, entre risas y aplausos de los invitados: “Lo quiero, lo acepto, lo confirmo, pero no voy a decir otra palabra...”, evitando a toda costa el término que desde hace semanas es la banda sonora de los anuncios gubernamentales.

En el otro bando hay reacciones similares: el diario Sözcü relata que las autoridades sanitarias de la ciudad de Konya, feudo del AKP, han suspendido una campaña antitabaco y reirado los folletos con el eslogan “Di no al cigarrillo”.

La división a favor y en contra de Erdogan va por sectores de la población y es frecuente que toda la familia tenga el mismo punto de vista político. “En mis círculos de amigos no se nota tensión. En mi familia sí hay opiniones diferentes, pero se puede hablar de todo. Por mucho que difieren las ideas políticas, esto no afecta a la amistad ni a las relaciones familiares”, dijo Emrah Oguz, un joven músico de Trebisonda.

“En la historia de Turquía se han vivido muchos momentos políticos tensos pero entre los ciudadanos los efectos se han limitado a reacciones momentáneas, no surgen tensiones de larga duración”, cree.

El miércoles un individuo se abalanzó con un cuchillo de carnicero sobre un mitin a favor del no, realizado por el izquierdista Partido Democrático de los Pueblos en la ciudad occidental de Balikesir, pero fue reducido y detenido por la policía.

En Turquía las preferencias políticas varían en función de la región geográfica: en Anatolia interior y oriental un voto percibido “a favor de Erdogan” parece la opción natural. En las regiones costeras del Mar Egeo, menos religiosas, el discurso islamista de Erdogan lleva tiempo sentando mal y hay pocas dudas de que la mayoría de la población allí votará en contra de la reforma. Mayor sorpresa pueden deparar las zonas del Mar Negro y también las costas del Mediterráneo, donde los derechistas tienen mayores caladeros de votos.