Washington - Estados Unidos usó ayer por primera vez en un conflicto la conocida como la mayor bomba no nuclear, la llamada “madre de todas las bombas”, para destruir un complejo de túneles del Estado Islámico (EI) en Afganistán, con lo que mandó también un mensaje de fuerza al grupo yihadista.
El bombardeo con la GBU-43, un gigantesco proyectil de 10 toneladas que mata con una imponente onda de presión aérea, fue ejecutado hoy a las 19.32 hora local (17.02 hora de Euskadi) en el distrito de Achin, provincia oriental de Nangarhar.
Según indicó ayer el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, el objetivo era acabar con un “sistema de túneles y cuevas” del EI en Afganistán que “les permitía moverse con libertad y atacar con más facilidad a los asesores (militares) estadounidenses y las fuerzas afganas”.
El proyectil, el mayor disponible actualmente el arsenal estadounidense (mide más de nueve metros de largo y tiene un diámetro de algo más de un metro), fue transportado por un avión Hércules MC-130, liberando un poder de destrucción equivalente a 11 toneladas de TNT.
No obstante, esa potencia es mucho menor que las 15.000 toneladas de TNT de energía liberada por Little Boy, la bomba nuclear lanzada en Hiroshima (Japón) en 1945, una fracción mínima del poder de una ojiva nuclear actual.
La bomba, en servicio desde 2003, solo había sido utilizada en pruebas y ha sido diseñada no solo para destruir búnkers y túneles, sino como arma psicológica.
El bombardeo de ayer fue anunciado en poco menos de dos horas después de llevarse a cabo, una premura poco habitual para el Pentágono, que puede tardar varios días en confirmar un ataque, especialmente hasta evaluar el impactoconseguido por el lanzamiento.
Nangarhar, en el este afgano, es la remota región en la que los yihadistas del Estado Islámico se han asentado para ampliar su presencia en la que llaman provincia de Jorasán, y que forma parte de su autoproclamado califato.
Esa zona es el paso que conecta por tierra Kabul con Peshawar (Pakistán) y alberga la famosa zona montañosa de Tora Bora, donde el fallecido líder de Al Qaeda Osama bin Laden se ocultó, aprovechando un sistema de cuevas, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York y sobre el propio Pentágono en Washington.
Túneles y Búnkers Según indicó ayer el general John W. Nicholson, comandante de las fuerzas estadounidenses en Afganistán, los yihadistas del Estado Islámico han estado trabajando en defensas subterráneas y búnkers para consolidarse en zonas remotas del este afgano y poder atacar a tropas estadounidenses y afganas.
“El bombardeo estaba diseñado para minimizar el riesgo para las fuerzas afganas y estadounidenses que realizan operaciones de sobre el terreno en esa zona, al tiempo que se maximiza la destrucción de combatientes e instalaciones del EI-Jorasán”, explicó el Pentágono en un comunicado. “Esta es la munición adecuada para reducir los obstáculos y mantener el ritmo de la ofensiva contra el EI-Jorasán”, insistió Nicholson, en un comunicado emitido desde Kabul. Estados Unidos realizó operaciones antiterroristas en esa zona; en una de las últimas, el 8 de abril, falleció un miembro de las fuerzas especiales en combate cara a cara con los yihadistas.
El uso de la “madre de todas las bombas”, que está guiada por un sistema de posicionamiento satélite, pero no tiene propulsión, indicaría que la zona estaba ampliamente ocupada por operativos e instalaciones del Estado Islámico, sin evidente presencia de civiles. El Pentágono aseguró ayer que “se tomaron las precauciones para evitar víctimas civiles”, pese a que el proyectil no es considerado de precisión.
El Pentágono analizará ahora la zona del impacto con drones e imágenes satélite para determinar el éxito y alcance de la misión, que supone una escalada táctica en lo que hasta ahora habían sido bombardeos puntuales contra líderes yihadistas y operaciones antiterroristas sobre el terreno. Este ataque contra el terrorismo yihadista tiene lugar tras el bombardeo al régimen sirio y en plena escalada de tensión con Corea del Norte.
“Un gran trabajo”, según Trump Este es el segundo ataque de envergadura que ordena el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en este mes tras el ordenado el pasado 7 de abril en Siria. En una breve declaración tras reunirse en la Casa Blanca con jefes de departamentos de bomberos, Trump aseguró que fue “otro trabajo de éxito. Estamos muy orgullosos de nuestras Fuerzas Armadas”.
Trump no concretó si autorizó personalmente la ejecución de la misión y se limitó a decir: “Todo el mundo sabe qué pasó. Lo que hago es que yo autorizo a las Fuerzas Armadas (...). Les hemos dado total autorización y por eso han sido tan exitosos últimamente”. El equipo del presidente estadounidense se inclina por dar más flexibilidad a las Fuerzas Armadas para operar en las campañas y misiones en el Cuerno de África, Oriente Medio o Afganistán. El pasado marzo Trump amplió en 54.000 millones de dólares el presupuesto de Defensa para este año.