Limpiezas étnicas, genocidio, violaciones en masa y campos de concentración en pleno corazón de Europa. Se acaban de cumplir 25 años del inicio de la guerra en Bosnia, que despertó al continente a un horror que creía haber dejado atrás. En el conflicto de Bosnia-Herzegovina (1992-1995), la más sangrienta de las guerras de desintegración de la antigua Yugoslavia, murieron 100.000 personas y se cometieron los peores crímenes en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial.
“Hemos publicado los nombres de 96.000 víctimas. Queda por averiguar unos cinco mil nombres, ya que no hemos podido determinar con total certeza las circunstancias de su muerte”, cuenta Mirsad Tokaca, autor del Libro bosnio de los muertos y director del sarajevita Centro de Investigación y Documentación.
Estos datos coinciden con los del Tribunal Penal Internacional para los crímenes de guerra cometidos en la extinta Yugoslavia (TPIY), que detalla que el 68% de las víctimas eran musulmanes, el 23% serbias y el resto croatas y de otros grupos étnicos. Los efectos de la limpieza étnica en muchos lugares han sido dramáticos, de modo que, según datos del TPIY, la ciudad oriental de Visegrad perdió el 99% de sus habitantes no serbios.
Sarajevo, que padeció el mayor asedio moderno en Europa con tres años y medio bajo las bombas y las balas serbobosnias, fue uno de los símbolos del conflicto. “Los civiles de Sarajevo fueron objetivo de francotiradores mientras iban a buscar agua (...) Se disparó a los niños mientras jugaban frente a sus casas o regresaban del colegio”, afirma una sentencia del TPIY contra el líder serbobosnio, Radovan Karadzic.
“Los crímenes contra los habitantes de Sarajevo fu eron planificados, organizados y sistemáticos. Especialmente graves fueron los crímenes contra los niños”, explica Zilha Mastalic-Kosuta, del Instituto de investigación de crímenes contra la Humanidad de Sarajevo. Durante el asedio de Sarajevo fueron asesinadas unas 14.000 personas, entre ellas 1.601 niños.
El 5 de febrero de 1994 se produjo el ataque con proyectiles a Markale, el mercado central de Sarajevo, en el que murieron 69 civiles y otros 197 resultaron heridos. Pero el peor crimen durante la guerra bosnia fue cometido en julio de 1995 en Srebrenica, cuando las tropas serbobosnias bajo el mando del general Ratko Mladic conquistaron ese enclave oriental, zona protegida por los cascos azules de la ONU. Las milicias serbobosnias asesinaron a unos 8.000 varones y niños musulmanes, civiles que habían tomado prisioneros en esa ciudad, lo que el TPIY calificó de genocidio.
7.000 desaparecidos El Tribunal de Bosnia y el TPIY han condenado por los crímenes cometidos en Srebrenica a unas 40 personas a un total de más de 630 años de prisión, incluidos Karadzic y el general Radoslav Krstic.
También las violaciones en masa se convirtieron en un arma de guerra, como demuestra que entre 20.000 y 50.000 mujeres fueron violadas durante el conflicto, según estimaciones de la ONU.
Durante la guerra en Bosnia hubo cientos de campos de concentración o detención. Los mayores eran Omarska y Keraterm, en el noroeste del país, donde en verano de 1992 las fuerzas serbobosnias tenían a unos 10.000 musulmanes y croatas bosnios. “Todavía buscamos el paradero de varios cientos de desaparecidos, muchos en Omarska”, relata Sudbin Music, que fue prisionero de ese campo a los 18 años y apenas pesaba 43 kilogramos cuando salió.
La mayor fosa común descubierta hasta ahora es Tomasica, en el noroeste del país, en la que han sido hallados los restos mortales de 600 víctimas musulmanes y croatas, cuya exhumación han esperado sus familiares durante 20 años. Unas 7.000 personas en Bosnia se encuentran todavía desaparecidas y un millón de personas tuvieron que abandonar sus hogares por el conflicto, muchas para no volver jamás.
A pesar de las desgracias que sufrieron todos los pueblos en Bosnia, 25 años después del inicio de la guerra todavía no existe la disposición para un verdadero proceso de reconciliación.
visiones de futuro No solo cada bando interpreta de una forma el estallido del conflicto y los crímenes cometidos, sino que tiene visiones opuestas sobre el futuro del país. Entre muchos serbobosnios los líderes de la época, incluso ya condenados por el TPIY, siguen siendo héroes. Así, en marzo de 2016, el presidente de la República Serbia bosnia, el nacionalista Milorad Dodik, inauguró en Pale, cerca de Sarajevo, el nuevo hogar estudiantil Radovan Karadzic, condenado por el TPIY por genocidio.
“Bosnia no podrá abrir el diálogo sobre el futuro, sobre la integración en la UE, si el pasado se tergiversa, esconde, encubre”, advierte el director de cine Dino Mustafic. Ese pasado “seguirá reapareciendo como un esqueleto en el armario, un demonio que atiza la cadena sangrienta de venganzas y conflictos”, concluye el cineasta.